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Someteos: Es tomar el lugar divinamente dispuesto en una relación dada. Nunca se exigirá sometimiento de unos seres humanos a otros; ello sólo puede tener lugar sobre la base de la confianza y la voluntad, esto es, al creer en la Palabra de Dios y estar dispuestos a aprender a crecer espiritualmente a través de nuestras relaciones con los demás.
En general, a las mujeres nunca se las coloca detrás del hombre, pero a la esposa se le pide específicamente que acepte la dirección de su marido.
Lea estos otros versículos sobre el tema de la sumisión. Anote cualquier otra cosa que aprenda respecto a cómo las esposas han de someterse a sus esposos.
1 Corintios 11.8–12
Efesios 5.22–24
Colosenses 3.18
Hebreos 13.17
1 Pedro 3.5, 6
1 Pedro 5.5
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«Las instrucciones específicas que el apóstol Pablo da a esposos y esposas constituyen un destello de las relaciones entre Cristo y su Iglesia: un modelo celestial para todo matrimonio terrenal.
«¿Cómo debo conducirme con mi esposa? Mira a Cristo, el Esposo divino, en su relación con la Iglesia: la ama, se sacrifica por ella, está atento a sus intereses, la cuida; sé tan sensible a las necesidades de ella y a lo que la hace sufrir, como lo eres con los miembros de tu propio cuerpo.
«A su vez, la esposa debe preguntarse: ¿Cómo debo conducirme con mi marido? Fíjate en la desposada escogida, la Iglesia, en su relación con Cristo; respétalo, reconoce que él está llamado a ser la "za"la familia, responde positivamente a su liderazgo, escúchale, encómialo, manténte unida en propósito y en voluntad con él; sé una ayuda verdadera (véase Gn 2.18).
«Ningún marido y ninguna esposa puede hacer esto apoyándose en su fuerza de voluntad o resolución, pero como eres hechura de Dios (al igual que tu matrimonio, Ef 2.8–10), el Señor te ayudará a lograrlo»
Por supuesto, ser esposa involucra mucho más que ser sumisa. Observe los siguientes versículos y anote otras funciones y responsabilidades de la esposa que se mencionan en la Escritura.
Rut 2.7
Proverbios 31.11–27 (Aquí hay toda una lista, ¡y puede ser a veces intimidante! Pero sólo recuerde que este pasaje es una lista de las cosas que esta mujer hizo durante su vida. ¡No las hizo todas en un solo día!)
1 Corintios 7.3, 4
1 Corintios 7.10
1 Timoteo 3.11
1 Timoteo 5.4
Tito 2.4, 5
¿Cómo está actuando en cada uno de los aspectos anotados arriba? ¿Hay aspectos en los cuales necesita mejorar? Anótelos ahora para presentárselos al Señor.
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El espíritu de sumisión, por el cual una mujer reconoce voluntariamente la responsabilidad de liderazgo de su esposo bajo Dios, es un acto de fe. En ninguna parte la Biblia «somete» o subordina genéricamente las mujeres a los hombres. Pero este texto manda a la mujer a que se someta por voluntad propia a su esposo (Ef 5.22), y al esposo se le manda a que en amor se dedique a cuidar de su esposa, pero sin abusar nunca de su confianza (y. 7; Ef 5.25–29). Este arreglo, divinamente ordenado, jamás pretendió reducir las posibilidades, los propósito ni la realización de la mujer. Únicamente la naturaleza pecadora de los seres humanos, o un recalcitrante tradicionalismo eclesiástico, puede justificar, sacando fuera del contexto bíblico, determinadas evidencias «textuales», la explotación social de las mujeres, o las restricciones que se les imponen a la hora de darles participación en el ministerio de la Iglesia.
Pasajes como 1 Timoteo 2.12 y 1 Corintios 14.34, 35, que desaprueban que la mujer enseñe (cuando no se le ha invitado a ello), usurpe la autoridad del hombre y opine en público, tienen que ver exclusivamente con la relación entre ella y su esposo. (La palabra griega para «hombre» en 1 Timoteo 2.12 es aner, la cual se traduce tanto como «marido» como «hombre».) El contexto claramente recomienda «marido», como indica la evidencia del resto del NT, que considera viable la participación de la mujeres en las asambleas cristianas.
La sabia recomendación de la Biblia a las mujeres parece resumirse en lo que Pedro dice aquí a aquellas cuyos maridos no han aceptado la fe aún. Se les dice que sus «palabras» no constituyen la clave para ganar a sus maridos para Cristo; su vida cristiana y su espíritu de amor sí lo son. De la misma forma, este consejo puede aplicarse a cualquier mujer que aspire a una posición de liderazgo en la iglesia. Se le encomendaría ese ministerio no porque argumente o insista en reclamarlo, sino más bien si se lo gana mediante su afabilidad, amor y servicio; en otras palabras, mostrando el mismo espíritu que debiera evidenciarse en el caso del hombre que desea ocupar un puesto de líder.
El espíritu de siervo que estudiamos en el capítulo sobre el papel del esposo se aplica también al de la esposa. Antes de proseguir, tómese unos momentos para repasar la «Dinámica del Reino» respecto al espíritu de siervo que se menciona en ese capítulo.
Diferentes mujeres en las Escrituras nos proveen ejemplos de siervas, pero Rut es particularmente apropiada. Básicamente era m-ta mujer sola con una compañera anciana y era quien proveía en sustento para ambas. En medio de todo eso, el Señor le proporcionó un marido. De modo que vemos a Rut como una mujer sola y luego casada. Siempre vemos una mujer cuya relación con el Señor quedó intacta y cuyas actitudes hacia los que la rodeaban estaban en orden. También vemos a una mujer que, a pesar de la adversidad, viudez y hambruna, estaba lista para servir a los que la rodean... empezando con su familia.
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«El libro de Rut está repleto de principios relacionados con la justicia y la piedad en las relaciones humanas. Rut nos ofrece un ejemplo supremo de alguien que prioriza las relaciones personales. Ella ejemplifica la lealtad, la obediencia, la diligencia y la rectitud moral. Muchas penas podemos ahorrarnos si aprendemos a relacionarnos con los demás sobre la base del amor y comprendemos lo que eso implica para nuestros vínculos con otras personas.
«No hagas compromisos apresuradamente. Espera hasta que conozcas todas las implicaciones de cualquier compromiso que contraigas ante otra persona. Practica la lealtad, y comprende que una persona leal sitúa sus relaciones personales por encima de las ventajas o la comodidad. No te retractes de un compromiso que hayas contraído con un amigo, aun si ello representa algún sacrificio personal para ti. Aprende a servir. Conoce que Dios nos llama a servir a aquellos que amamos. Cree que Dios honrará a los que tienen un corazón humilde».
Fe viva
Rut es un libro muy corto de la Biblia; sólo cuatro capítulos. Léalo todo y anote todo lo que Rut hizo para servir a Noemí, Booz y a otros que la rodeaban.
¿Obra con un corazón de siervo hacia su familia, así como Rut lo hizo?
¿Qué lecciones puede aprender de Rut aplicables directamente a su propia familia?
Rut, al acudir a Booz, fue también una persona muy intrépida. Siempre y cuando se daban las condiciones para que la Ley de Dios proveyera para ella y Noemí, fue intrépida para aceptarlo. En Rut vemos la delicada línea entre la sumisión y el actuar bajo autoridad sometida.
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Toda autoridad legítima procede de Dios; por tanto, someterse a la autoridad honra a Dios. La sumisión es un acto de fe y se basa en la suprema autoridad de Dios, ya sea en relación con el gobierno, la iglesia, el centro de trabajo o el hogar. A mayor autoridad, mayor responsabilidad ante Dios.
«Respeta y sométete a toda autoridad. No uses tu libertad en Cristo como una excusa para pecar».
Fe viva
Lea Efesios 5.33. ¿Qué se le ordena a la esposa hacer?
Cada persona que conocemos alguna vez hará algo que nos decepciona. ¿Es esta una razón para disminuir el respeto que le tenemos?
Algunas veces recordamos ser corteses y amables con los extraños, pero a menudo los que más cerca tenemos son los que reciben la descarga de nuestras frustraciones. ¿Es esto mostrar respeto para nuestros maridos?
¿Cómo debemos mostrarles nuestro respeto?
¿Mencione tres maneras en que le gustaría ver que el Señor la mejora en este aspecto?
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Dios gobierna a su pueblo delegando autoridad. Toda autoridad legítima viene de Dios (véase Ro 13). Desconfiar de quienes Dios ha entregado el liderazgo es desconfiar del Señor. Dios nos llama a mantener una actitud receptiva frente a los líderes legítimos y nos advierte que hablemos de ellos comedidamente.
«No hagas objeto de murmuración al liderazgo espiritual. De esa manera te rebelas contra el Señor[…] Escucha a aquellos que Dios envía para hablarnos y guiamos. No te rebeles contra ellos. Rechazar a los enviados de Dios es rechazarlo a Él».