por el Pr. José María González
Basta con leer los titulares de los diarios, ver las noticias en television, escuchar la radio o, simplemente mirar a nuestro alrededor. Cada día la delincuencia cuenta con protagonistas más jòvenes y violentos. Cada día los casos, antes aislados, se vuelven mas masivos y generalizados. Cada día... ¿adonde llegaremos? ¿Como pararlo? ¿Se podrá prevenir?
Se ensayan una y mil soluciones al respecto, poner acento en lo punitivo (penas mas severas), en lo educativo (prevencion), en lo socioeconómico (mayor justicia social) y demás opciones. Cada uno puede tener su parte de razòn y tambien sus limitaciones.
Como formadores de la vida de nuestros hijos, ya sea como padres, maestros o líderes, el tema nos afecta. Sin llegar a casos extremos a veces nos preocupa la conducta de nuestros hijos, su falta de respeto a los limites, su dificultad para adecuarse a las normas, su manera de agredirse entre ellos y de agredir a sus autoridades, su intolerancia, su impaciencia, su rebeldia e insatisfaccion, entre otras cosas.
No podemos pretender que la sociedad que desconoce a Dios viva según los parametros de Dios, pero si podemos vivir como familias cristianas.
Aún sin intención, por acción u omisión, podemos estar lastimando a nuestros hijos y provocando en ellos una rebeldia que en su futuro desencadenará en un protagonismo en alguna delincuencia. En Efesios 6:4 en un capitulo dedicado a las relaciones familiares y sociales contempla esta posibilidad; "ustedes padres, no hagan enojar a sus hijos, sino crienlos según la disciplina e instrucciòn del Señor". En la version parafraseada: "Y en cuanto a ustedes, padres, no esten siempre regañando y castigando a sus hijos, con lo cual pueden provocar en ellos ira y resentimientos. Mas bien crienlos en amorosa disciplina cristiana mediante sugerencias y consejos piadosos"
Hay muchas maneras de agredir a nuestros hijos, con las cuales logramos respuestas de agresión, rebeldía y desobediencia, o bien desaliento, depresión y desánimo. Algunas de ellas son: maltrato físico, sexual, emocional o virtual, o que los padres hagan esto entre si. Tener preferencias por uno u otro de nuestros hijos, ridiculizarlos, burlarnos, ironizar, despreciar o criticarlos. Abandonarlos, física o emocionalmente o sobreprotegerlos. No ponerles limites ni disciplina, No estimular o felicitarlos por los logros alcanzados. Hacerlos sentir culpables por problemas en el hogar. No escucharlos. Amarlos condicionalmente, solo por sus logros. Ser incoherentes entre los que decimos y hacemos. No atender a sus necesidades físicas (alimentación, casa, educación, higiene, ropa) Desconocer sus necesidades afectivas, sociales y espirituales.
Hermano mío, ¿Como estás criando a tus hijos? La Biblia dice: "Por sus frutos los conoceréis". Tus hijos son frutos que Dios te dio, anímate a dar testimonio a otros padres y no abandones esta mision que Dios te dió. Ocupate y en oración recibe SU SABIDURIA Y AMOR! Sé luz en tu hogar primeramente! Y ellos podrán ser luz en este mundo. Amén!.