"Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" San Mateo 6: 21
Decir lo que uno quiere y quererlo en lo profundo del corazón, son cosas diferentes. Me atrevo a afirmar que, si una persona realmente quiere tener fe, puede tenerla; pero si dice que quiere, sin hondas raíces en su corazón, ¡nada importante sucederá!.
Cuando algo se anhela con el alma y forma parte del propio ser porque es un sueño, un deseo que quiere concretar sinceramente, todas las fuerzas interiores despliegan su poder para que se realice. Pero, si el deseo es superficial, muchas veces permanece como una frustración porque esos poderes no se "ponen en marcha".
Si con todas sus fuerzas busca, desea, una fe poderosa capaz de mover montañas y vencer dificultades, dejando atrás la palabra "imposible" y creyendo, hoy puede tenerla.
Pregúntese ¿cuánto está dispuesto a dejar de lado en su marcha hacia este logro?. Porque siempre, un precio se debe pagar.
Si ese fuego que le llena de expectativas es más fuerte que todo lo que busca desanimarle, seguramente conseguirá esa fe vibrante, viva, intrépida, que al alma da gozo, que se mantiene de pie ante las tormentas y no teme, que da sabor de eternidad al andar cada día. Bendiciones.
Graciela
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