El Matrimonio:
“La etapa del amor estable”
Por: Roberto Durán
Introducción
Hemos hablado recientemente a cerca del
matrimonio y sus etapas. En esta edición, abordaremos la tercera etapa, la cual
se conoce como la etapa del amor “estable”.
A manera de introducción,
quisiera comparar el matrimonio con un par de zapatos. Probablemente a usted le
inquiete esta comparación pero creo que la aplicación es válida, déjeme
explicarle.
Cuando usted compra un par de
zapatos, probablemente le incomoden un poco sus pies (primera etapa); pero
finalmente logra amoldar los zapatos. Con el uso se da cuenta que esos zapatos
son útiles para su trabajo o para ir y venir en todas sus actividades, los ha
pisado y conoce dónde usarlos (segunda etapa).
Llega el momento en que esos
zapatos, por tanto uso, son más cómodos, pero a la vez ya no son “tan bonitos”,
están un poco desgastados, raspados, arrugados. De tal manera que cualquiera
que vea esos zapatos ya muy usados dirá: esos zapatos están viejos. Sin
embargo, ¡son cómodos!
¿Por qué hacemos esta
comparación de los zapatos con esta etapa del matrimonio? Porque así como
resultan cómodos los zapatos, en la tercera etapa en el matrimonio, la pareja
ya ha tenido suficiente tiempo para conocerse entre sí.
Existen dichos muy comunes en
el pueblo mexicano, como: “¿Me pegas
primero o comemos?”
Quizás a tono de juego o
burla en muchas parejas se toman este tipo de dichos, pero lo que dejan
entrever es que ya hay un conocimiento de todas sus problemáticas, sus formas
de ser, de su carácter de sus reacciones en momentos determinados.
Es decir, se sabe
perfectamente cómo va a reaccionar el cónyuge. En ese sentido hay un
conocimiento de la persona, se conocen sus gustos, las cosas que les
desagradan, etc.
“Conocí
a mi esposo con el paso del tiempo”
Una mujer casada ya, con más
de 12 años de matrimonio, me comentaba que ella tenía diferentes disgustos con
su marido por algunas preferencias que él tenía. Ella decía lo siguiente:
“A mi esposo le gusta mucho ver el fútbol y tomar
cerveza, y en ese momento no le gusta que nadie le moleste. Para mi era más
importante pasar un tiempo agradable con los hijos, salir juntos o platicar,
pero yo sabía que cada vez que interrumpíamos a mi esposo para hacerle estas
peticiones él inmediatamente se molestaba.
Entonces con el tiempo fui comprendiendo que si yo no
molestaba a mi esposo mientras hubiera fútbol y tomara su cerveza, nuestra vida
y nuestra relación no tendría problemas, al menos en ese tiempo.
He conocido a mi esposo con el paso del tiempo.
También sé que a mi esposo le gusta ir con sus amigos el fin de semana. El
viernes, yo sé que mi marido va a llegar un poco tarde porque va con sus amigos
a tomar una copa, o a ver una película o simple y sencillamente tomar un café
para platicar.
Si yo me molesto con mi esposo por esta causa
seguramente va a haber un problema muy grande. Con el paso del tiempo he
aprendido a respetar a mi esposo con sus preferencias y sus gustos”.
Las personas se van
conociendo más profundamente y por eso dicen que se han acoplado mejor y que
llevan una vida más estable. De igual manera el marido sabe qué cosa le agrada
y qué le desagrada a su esposa. Por ejemplo, comentaba un hombre:
A mi esposa le gusta que yo le lleve a un restaurante
el fin de semana o cada quincena. Yo ya sé que si no le cumplo este gusto
seguro voy a tener dificultades con ella. Sé que a mi esposa le gusta esto y ya
me evito de muchas complicaciones en la vida.”
“Hemos
podido sobrellevarlo”
Si nosotros evaluamos todo lo
que estas parejas están diciendo, al conocer sus gustos, preferencias,
disgustos, etc., pareciera que han encontrado la llave de la felicidad,
pareciera que el matrimonio se encuentra estable y no hay ninguna dificultad.
Después de las tormentas, de la falta de dinero,
del trabajo, de la presión de sacar a los niños adelante, de esa etapa de
acoplamiento en la que había una forma de ser y que por cualquier cosa había
problemas y pleitos, ahora pareciera que ese mar en tempestad ha llegado a un
tiempo de quietud, de tranquilidad y de paz.
Pero hay una frase que
podemos utilizar correctamente para entender porqué se da este fenómeno en esta
etapa del matrimonio. Esta frase podemos determinarla por lo que las mismas
parejas han dicho “hemos podido
sobrellevarlo”.
Sobrellevar no significa que
las parejas sean felices, o que están viviendo satisfactoriamente el
matrimonio, o que están en plenitud como pareja.
Para algunos, sobrellevar es “no tengo problemas en tiempo presente”,
para otros es “llevamos las cosas
normales, como siempre las hemos llevado”, o “no he tenido conflictos con mi cónyuge”. Pero la verdad es que
nosotros hemos malinterpretado esta etapa.
Al confundirla pensamos que
eso es la estabilidad en la pareja y pensamos que no hay un más allá.
“No
tenemos problemas”
Cuando nuestros hijos, por
ejemplo, no nos dan problemas, llevan buenas notas en la escuela, no hay
reportes, llamadas de atención o signos de alarma, entonces los padres dicen “yo no tengo problemas con mis hijos, ellos
están bien, van bien en la escuela, no tenemos ningún problema”.
Continuamente he visto a los
padres, en esa quietud, en ese decirse a sí mismos “yo no tengo ningún problema con mis hijos”, porque no ocasionan
problemas.
Pero si vamos a un análisis,
nos damos cuenta que efectivamente no hay ningún problema; pero ya una vez que
se comienza a platicar con el joven se da cuenta que hay una ausencia de la
figura paterna y materna.
Los jóvenes no son felices,
los niños están abandonados, se les deja ver la televisión por largas horas y no
hay esa relación satisfactoria, familiarmente hablando.
Si tenemos el concepto de que
solamente cuando hay problemas entonces tenemos que ponernos en alerta, estamos
completamente equivocados.
La verdad es que desarrollar
una familia sana requiere más allá que el simple hecho de decir “no tenemos problemas”, o “creo que las cosas ahí van”. El
propósito de esta edición es examinar la realidad.
¿Por
qué no hay conflictos?
En esta tercera etapa, del
“amor estable”, ciertamente no hay conflictos. Una vez platiqué con una mujer
que me comentaba que tenía más de un año sin vida conyugal con su marido.
Cuando yo escuché esas palabras me sorprendió, me quedé impresionado.
Posteriormente estuve
atendiendo a otras parejas que tenía problemas similares, dos meses o tres sin
tener vida conyugal, y todas coincidían en este dicho: “Lo único que nos interesa y lo único que nos une ahora son nuestros
hijos; no nos une otra cosa”.
¡Qué sorprendente: estas
personas no tenían problemas ni pleitos, porque ya estaban viviendo un
divorcio!
Las esposas tenían muchísimas
cosas que reprochar del marido, sus defectos eran abundantes. Cuando se les
preguntaba qué les disgustaba de su marido ellas contestaban:
“…es que mi esposo es iracundo, se molesta por
cualquier cosa, es una persona egoísta que solo piensa en sí mismo y que cada
vez que llega del trabajo sólo está pensando en que lo atendamos.
Nunca tiene tiempo para pensar en nosotros, para
preocuparse por nuestras necesidades, no ve por los hijos, es una persona
desobligada, él piensa que con traerles de comer es suficiente y me deja toda
la responsabilidad y toda la carga a mí”.
De igual manera el esposo
tenía muchísimas cosas que argumentar en contra de la esposa, por ejemplo:
“Mi esposa está muy amargada, siempre está reclamando,
se queja de todo, continuamente está molestándome, no se da cuenta todo lo que
he tenido que trabajar para sacar adelante la familia. Mi esposa es una
anticuada, tiene ideas muy arcaicas, no piensa en la necesidad que yo tengo”.
Si evaluamos las ideas del
marido y de la esposa, hay muchísimas cosas que se están dando en el
matrimonio, provocando amarguras por asuntos no resueltos; entonces llega un
momento en el que prefieren no hablar
y precisamente ahí es cuando las personas dicen: “mi matrimonio es estable”.
“¿Para
qué hablo si terminaremos en pleitos?”
La actitud de la esposa en
esta etapa es: “¿para qué me meto en
problemas con mi esposo cuando está mirando el fútbol, si ya sé que voy a tener
un pleito con él si le molesto?”
O al revés, el esposo dice: “si yo no le cumplo ya sé que voy a tener un
problema”, y las personas prefieren mejor no hablar y decir: “ya no quiero problemas con mi esposo o
esposa”.
En este sentido viene una
“tranquilidad” o aparente “reposo”; aparentemente se llevan bien, sin embargo,
lo que está pasando es un gran conflicto cuando las personas ya no desean
enfrentar las situaciones que les desagradan.
He conocido muchas mujeres
que cuando comienzan a hablar de sus maridos tienen una larga lista de defectos
qué contar, y siempre les pregunto: “Señora,
¿usted ha hablado respecto de esta situación con su esposo?”
Las respuestas son muy
variadas, pero hay muchas similitudes en lo que estas mujeres expresan. Sobre
todo coinciden en esta respuesta: “¿para
qué lo hablo si al tratar de hablar con mi esposo lo único que he encontrado
son enojos y pleitos?” O, “¿para qué
voy a arreglar esta situación con mi esposo si sé que él no va a cambiar?”
¡Pero pensar así es terrible!
Porque si las esposas o esposos están pensando que ya no va a haber un cambio
para bien, entonces ya no hay una esperanza que pueda sacar adelante el
matrimonio.
En una ocasión hicimos una
encuesta con aproximadamente 80 parejas respecto de la problemática matrimonial.
El cuestionario tenía preguntas muy sencillas, y estas fueron las respuestas
más frecuentes:
¿Cómo está tu matrimonio? “Bien, ha mejorado bastante la relación con
mi esposo, creo que vamos superando los obstáculos”. ¿Cómo te llevas con tu
pareja? “Bien, vamos superando, las cosas
van cambiando para bien”. ¿Es estable su matrimonio? Era otra pregunta y
las respuestas eran: “antes había muchos
pleitos, ahora las cosas van mejor, ya no hay tantos”.
La verdad es que todo esto es
un engaño. Sonará drástica la palabra engaño, pero es la realidad.
Estabilidad
engañosa
¿Por qué hablamos de un engaño?
Porque no es solamente la cuestión de no tener problemas, sino que la
evaluación más correcta es: ¿es usted feliz en su matrimonio? ¿Hay una relación
satisfactoria con su esposa en este tiempo? ¿Hay romanticismo? ¿Hay un
deleitarse en esa relación matrimonial? Esto es lo importante!
El engaño del cual le hablo
es un engaño en el cual muchas parejas en esta etapa caen por diferentes
factores. El sobrellevar, entendamos, no significa que las personas estén
realmente en una verdadera relación satisfactoria.
Aquí es donde yo quisiera que
pudieras profundizar en tu vida, en tu matrimonio, en tu relación como pareja.
¿Prefieres no tener problemas
con tu esposo, lo prefieres dejar en la televisión con tal de que no haya un
pleito? Prefieres eso y seguir viendo a tu familia totalmente descuidada,
prefieres evadir el momento por evitar un pleito, un disgusto.
A lo mejor estás pensando: “bueno, me estoy evitando problemas”,
pero la verdad lo único que se estás haciendo es sobrellevar las cosas. Pregúntate:
¿Somos felices? ¿Nos buscamos?
Tristemente, dentro del
corazón de las parejas está una incredulidad, porque piensan: “mi esposo nunca va a cambiar”.
Las parejas que desean tener
un matrimonio feliz con una relación satisfactoria, van más allá de eso, buscan
la estabilidad a través de una relación más romántica, más satisfactoria, más
feliz.
¿Quién
manda: papá, mamá o los hijos adolescentes?
A todo esto podríamos añadir
otro factor que comienza a presionar la relación matrimonial, como son los
hijos adolescentes. El tema de la adolescencia es amplio, pero queremos hablar
de cómo afecta la relación de los adolescentes en el matrimonio.
Tiene usted problemas con sus adolescentes? ¿Le
han ocasionado dolores de cabeza en su matrimonio? ¿Los adolescentes han
provocado pleitos entre ustedes como matrimonio? ¿Quién manda: el esposo, la
esposa o los adolescentes? Son preguntas interesantes.
Si usted se siente
identificado con lo que estoy diciendo, seguro es que su relación matrimonial
no es del todo muy adecuada. Cuando se convive con adolescentes, la infinidad
de situaciones que se dan con nuestros muchachos es muy grande.
Pregunté ¿quién manda: el
esposo, la esposa o los adolescentes? Lo pregunto porque los adolescentes en
esta etapa quieren tener una vida auto suficiente, libre de la presión de la
autoridad de papá o de mamá, quieren esa libertad, y la van a estar demandando
continuamente.
Pero en este caso y en muchos
de los casos, no hay una sola autoridad, sino que hay dos o más autoridades.
Por ejemplo, el adolescente
ve que su mamá es una persona que le permite todo, pero el esposo es una
persona estricta, disciplinada y no quiere que el hijo vaya a tales lugares. En
este caso el adolescente va a estar continuamente apoyándose en su mamá para
pedir los permisos.
Esto va a generar conflictos,
porque el esposo va a llegar diciendo: “oye,
¿por qué dejaste ir a esta muchacha a esa fiesta?” Y la esposa le va a
contestar: “cálmate, no seas tan estricto”.
Esto va a ser causa de continuos conflictos por no ponerse de acuerdo los
esposos. En este sentido hay dos autoridades.
El
matrimonio sin autoridad
Cuando en un matrimonio, en
esta etapa, hay dos autoridades, una flexible y la otra rígida ¿con quién cree
que los adolescentes van a ir continuamente? La respuesta es obvia: irán con la
persona más flexible porque su deseo es obtener los permisos para divertirse.
Pero cuando no existe una
sola autoridad que pueda respaldar al matrimonio, dirigiendo, tomando
decisiones, entonces eso va a ser causa continua de problemas y de pleitos
matrimoniales, y pleitos también con los hijos.
Para ello primeramente le
recomendamos lo siguiente: es necesario platicar con su esposa, con su esposo y
ponerse de acuerdo.
No se puede tomar una
decisión si el esposo no avala esa decisión. Si no se platica, si no se llega a
cosas completas, si los jóvenes no ven una única autoridad, entonces habrá un
conflicto en la relación matrimonial.
Ahora bien, si el adolescente
comienza a entender que hay una sola autoridad en casa, entonces entrará en un
estado de estabilidad emocional y de madurez.
Los adolescentes están
buscando personas que les den la imagen correcta para seguir en la vida, están
buscando expresar sus deseos, expresar su libertad. Es una etapa en la cual ni
son niños ni son personas adultas. Es un estado en el que buscan esa
independencia, buscan esos modelos.
///(continuara)