La denominada "Teología de género" es un renovado intento por revisar la forma en la que la iglesia tradicional ha visto el papel de la mujer en el hogar, en el trabajo y en la iglesia.

Una de las más populares proponentes es la feminista Adelia Neufeld Wiens, que en uno de sus libros escribió un capítulo titulado "El género en el Nuevo Testamento".

Neufeld dice que "por casi dos milenios, las palabras de Pablo han sido usadas para condonar el sometimiento y la subordinación de la mujer al hombre, cuando Pablo dice que el 'hombre es la cabeza de la mujer'".

Para Neufeld esa interpretación es inapropiada y alega que la traducción ha sido errónea. Ella propone que la palabra "que fue traducida como "cabeza", kephale, también se puede traducir como "fuente" y debido a que la mujer fue hecha a partir de una costilla de Adán, la interpretación apropiada debería simplemente ser que "el hombre es la fuente de la mujer".

Pero la escritora cristiana no se detiene ahí en su reajuste interpretativo de la Palabra de Dios, ella insiste: "La Biblia no intenta sugerir que la mujer esté subordinada al hombre; lo que se quiso comunicar fue simplemente una expresión del orden eventos creativos. Que el hombre fue la fuente de la cual Dios creó a la mujer, y nada más."

Desde un punto de vista equitativo, al parecer no tendría ningún efecto nocivo que se tratara a la mujer como a una compañera con derechos y condiciones iguales. De hecho, la Biblia motiva y  llama a hacerlo y dice que se las ame y se las trate como Cristo amó a la Iglesia.

Sin embargo, el mensaje comunicado debe verse junto al conjunto de eventos concomitantes que algunos movimientos feministas han fomentado y promovido en la Iglesia, donde en casos extremos, la mujer se está viendo otra cabeza independiente en el hogar.

Otro extremo fruto del revisionismo reciente buscado por ciertos grupos dentro de la Iglesia, es el cambio de los términos textualmente escritos como masculinos en la Biblia y se ha llegado al extremo de revisar el contenido bíblico para re-interpretar los casos en los que Dios claramente se dirige al hombre, y se ha recurrido al uso de artículos neutros para incluir a la mujer. Ya existen varias traducciones de la Biblia que exhiben estos cambios, en mi humilde opinión, extremadamente peligrosos.

Debemos aclarar que en épocas recientes, la mujer ha luchado y ha alcanzado un papel más prominente, tanto en la sociedad como en la familia y en la iglesia. Eso ha dado excelentes resultados, pero se han presentado casos particulares en los que se ha empujado la cuestión hasta casos extremos donde al parecer se ha incitado a la igualdad de papeles y de responsabilidades y de liderazgo en el hogar, lo que ha dado al traste con muchos matrimonios y muchos hijos han sufrido por la inversión de papeles en el hogar o por la adopción de responsabilidades de parte de la madre que en realidad pertenecen al padre. Estos extremos me hacen recordar un dicho tosco, pero efectivo que un pastor una vez dijo en mi presencia: "Todo lo que tiene dos cabezas es un monstruo."

Todo lo que se hace de manera equilibrada y con el balance y la paz que proporciona el Espíritu Santo cuando Él está detrás de cualquier movimiento, es de Dios. Cuando caemos en extremos es cuando a Dios lo dejamos de lado, cuando intentamos ajustar o revisar doctrinas milenarias o cuando nos olvidamos de que hemos sido victoriosos a través de la historia de la iglesia porque hasta aquí Dios nos ha traído. Si dejamos Su mano, Su dirección y Sus sanas doctrinas claramente establecidas a un lado, corremos el peligro de apartarnos de la voluntad divina.