Luz que guía
" “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105)
Hace casi tres mil años atrás, vivió el rey David, que fue gobernante del pueblo de Israel. David, fue un hombre de una vida agitada, llena de muchos peligros. Uno de los motivos de su vida agitada era el constante peligro, era que tenía muchos enemigos; había muchas personas que querían acabar con su vida: Hasta dentro de sus propios hijos, hubo uno que le quiso arrebatar su corona con una guerra. David fue un hombre que pasó por momentos de mucha amargura y vivió momentos de depresión y resentimientos.
Esto no es muy diferente, a lo que sucede en la vida de muchas personas en los días de hoy. Quizás los motivos pueden ser bien diferentes, más hay tantos rostros cargados de amargura, tantas actitudes de resentimiento, tanta depresión... Quizás estas personas han buscado luz en otras “lámparas”. “Lámparas”, como la “opinión” que establece una mayoría con poder económico o mejor conocida como “opinión pública”, pero estas “lámparas” llevan por caminos de muerte, porque revelan no la realidad sino un espejismo de lo que ellos consideran que es lo verdadero, y lo que están es arrastrando a una mayoría hacia lo ficticio y hacia sus propios intereses egoístas. La vida del rey David, también nos puede servir a nosotros, ya que nos revela en donde él encontró ayuda a sus aflicciones. Los temores de él no eran ficticios sino reales, ya que lo buscaban continuamente para matarlo. Escribió en el libro de los salmos: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105). El encontró en la palabra de Dios, el punto de apoyo, la roca firme en la cual afirmaba su confianza, dándole luz que le guiaría a lo largo de su vida.
Que importancia tan grande es tener una palabra amiga, una palabra de orientación, de consuelo. Esto cobra más importancia, cuando nos vemos golpeados por los sentimientos de amargura y resentimiento. Que importancia tan grande en tener las palabras de alguien que nos muestre nuestras propias fallas. Pero más que todo esto, el recibir una palabra amorosa que nos ayude y conforte en todo momento. Así es la palabra de Dios. Así fue con David, y así es también con nosotros. La palabra de Dios, es Luz que guía nuestro camino, porque “Dios mismo nos guía de su mano, y nos ayuda”(Is 41:13). Esta palabra, nos muestra por un lado que necesitamos de ayuda, porque no podemos resolver solos nuestros problemas. Por otro lado, ella nos consuela, revelándonos el amor Dios revelado en la persona de Cristo.
Mucha gente vive amargada, y sufre con sus propios resentimientos. Resentimientos personales, familiares, laborales, sociales, políticos... con una suerte de “paranoia colectiva”, como si pensaran que el resto de la gente le estuviera persiguiendo o tuviera algo en contra ellas. Pero todo esto es alimentado por intereses creados y egoístas como ya lo enunciamos al comienzo. Más Dios ofrece su ayuda en su Palabra. Hagamos de su Palabra nuestra orientación. Dediquemos tiempo para leerla, estudiarla y meditarla. Busquemos un contacto más frecuente y profundo con Dios, participando del estudio de esta Palabra en una iglesia cristiana. Y así podremos decir como el rey David, que la Palabra de Dios es:
Lámpara para nuestros pies, y luz que guía para nuestro camino”. Amén.
GRACIAS A LA HNA. SILVIA POR EL FOND
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