POR VIA ANCHA Y SEGURA
NUNCA SEAS DE VIA ESTRECHA
Lc.10,38-43
Jesús va camino de Jerusalén, entra en una aldea y allí le ofrecen acogida en su casa, Marta y María que probablemente fueran , a su vez, hermanas de Lázaro, aunque Lucas no habla ni del lugar, ni del hermano porque no importa.
¿ Qué es lo que importa? Marta se afana porque nada le falte al huésped, para que todo esté a punto. No para, mientras su hermana se ha sentado junto al Maestro y no quiere perder una palabra de su doctrina. Dos personas que aman a Jesús y creen en El pero con estilos bien distintos. ¿Cuál de ellas está en lo cierto? Marta se agita y ya no puede más. Tiene los nervios de punta; no llega a todo y no se calla: “debería darte vergüenza, dejarme todo el trabajo para mí y tu ahí bien sentadita y cómoda”.” Pero Jesús, dile algo, que no esté tan pasota dejándomelo todo a mí. ¡Ay, voy a terminar mal de los nervios!”. Marta desea quedar bien ante el amigo visitante. Han acudido a El y Jesús les da una solución: Jesús no desautoriza el servicio. Pero para El la escucha es antes del servicio. No quiere máquinas de servir sino personas que sepan por qué y para qué sirven al mismo tiempo que captan la satisfacción y la alegría que se siente cuando ese servicio nace de la generosidad y del compromiso del amor. Para ello todo discípulo ha de tener claro en la vida que en lo de Jesús, El está siempre detrás de su mensaje. Quizá podamos decir que lo de Marta es puro activismo mientras que la postura de María nunca será indiferencia o pasotismo. Es importante quién nos ha visitado pero más importante aún es, si hemos aprendido algo de El.
Dentro de mí, Señor, hay una parte activa y trabajadora y la otra contemplativa y profunda: Las dos son hermanas
Y forman mi personalidad. Ambas son necesarias para
Vivir y ser humanos para estar en la tierra sin olvidar lo divino.
Buenas noches mi AMIGO.