No anhele decida
Mientras esperaba para recoger a un amigo en el aeropuerto de Portland, Oregon, tuve una de esas experiencias de que uno oye a la gente comentar y que le cambian a uno la vida. Ustedes saben, la clase que nos salta de repente. Bueno, ¡esta tuvo lugar a apenas sesenta centímetros de mí! Esforzándome en ubicar a mi amigo entre los pasajeros desembarcando, observe a un hombre que se dirigía hacia mí llevando dos maletas ligeras. Se detuvo justo junto a mí para saludar a su familia.
Primero, le hizo señas a su hijo menor (quizás de seis años) mientras dejaba caer sus maletas. Se dieron un largo y conmovedor abrazo. Al separarse lo suficiente para verse los rostros, oí al padre decir: "¡Qué bueno es verte, hijo. Te extrañé tanto!" Su hijo sonrió de manera algo tímida, esquivó la mirada y contestó suavemente: "¡Yo también, Papá!"
Entonces el hombre se paró, mirando a su hijo mayor (quizás de 9) y mientras abrazaba el rostro de su hijo con sus manos dijo: "Ya eres un hombrecito. ¡Te amo mucho, Zach!" Ellos también se abrazaron fuertemente. Su hijo no dijo nada. No hacía falta una respuesta.
Mientras esto pasaba, una bebé (quizás de año y medio) se revolvía entusiasmada en los brazos de su madre, sin quitar por un momento sus ojitos de la maravillosa escena de su padre que regresaba. El hombre dijo: "¡Hola, nenita!" mientras tomaba suavemente a la niña de los brazos de su madre. Rápidamente besó su rostro una y otra vez y la abrazó contra su pecho mientras la mecía de un lado para el otro.
Todavía observaba a aquel hombre especial y su excepcional familia alejarse de mi vista cuando mi amigo se me acercó y preguntó: "¿Qué es lo que estás mirando?" Sin dudar un instante y con un curioso sentido de certeza le contesté: "¡Mi futuro!"
Michael Hargrove, Copyright 1997
Matrimonio es una empresa que se construye todos los días. Lo grande del matrimonio lo hacen las pequeñas cosas.
Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Genésis 2:22-23
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