“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará” Isaías 35:4
¡Qué lindas palabras las que les dice Dios, a través del profeta Isaías, a su pueblo! Eran tiempos muy duros para los judíos. Estaban a punto de caer en manos de sus enemigos. Después de haberle dado la espalda a su Dios y haberlo olvidado, sufrirían, una vez más, el yugo de sus opresores. Pero así y todo, El Creador no los había olvidado. Es por eso que usa a Isaías para animarlos con esta promesa tan bella. ¡Esfuércense, no bajen los brazos, arriba los corazones, está cercano el tiempo de la bendición! Pronto se terminarían los sufrimientos, estaba próximo el tiempo de la alegría. Nuestro corazón se llena de esperanza y fe cuando comprobamos que lo que El Creador les prometió lo cumplió cabalmente. Así es, tiempo luego, aquellos hombres pudieron volver a sus tierras y a su Dios, y ya nunca le dieron la espalda. Aprendieron la dura lección de alejarse del Señor. Lo prometido se cumplió, el esfuerzo y el trabajo arduo encontraron amplia recompensa. Y es que Dios siempre cumple con fidelidad a los fieles de corazón, pues el pago que aquellos judíos recibieron fue, no solo recuperar la libertad en su propia tierra, sino también, volver a tener una relación de amistad con el Dios de sus ancestros. Es muy difícil en el mundo actual hallar a alguien que cumpla lo que promete. Las falsas promesas, los fraudes, las mentiras, son moneda corriente. El hombre engaña y es engañado. Vive inmerso en un mar de mentiras que hieren de muerte la confianza entre unos y otros
COMPARTIENDO CON AMOR
MARITZA
POSTALES MANANTIAL DE AGUA VIVA
|