La representación de la gracia
«Mí Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo» (Mateo 11:27).
DE ACUERDO AL EVANGELIO DE JUAN, la venida de Cristo al mundo cumplió un propósito fundamental: Mostrar en su persona la gracia y la verdad de Dios. Al cumplir este objetivo, Cristo reveló el carácter de Dios a la humanidad. Él escogió a Moisés para revelar leyes y estatutos, que su pueblo y el mundo necesitarían. Por medio de tales se reveló el carácter de Dios: su justicia y santidad. Pero estas leyes y estatutos estaban, en su mayor parte, adaptados a las condiciones y circunstancias en las que su pueblo vivió, y tenían el propósito de llevarlo a mayores alturas. Por lo tanto, no representaban el ideal más elevado que Dios tenía para su pueblo. Era necesaria, entonces, una revelación más completa y universal del carácter de Dios. Por eso envió a su Hijo al mundo con un nuevo pacto ( un nuevo testamento ). Quería que los seres humanos comprendiéramos más ampliamente su carácter. La encarnación del Hijo de Dios cumplió ese propósito. Contemplando el carácter y la vida de Cristo tenemos una revelación más clara del carácter de Dios. Nadie lo pudo hacer mejor que aquel que vivió en unión íntima con el Padre. Por lo tanto, Jesús vino a este mundo a representar en su vida y con sus obras cómo era Dios. Los que lo vieron y escucharon, recibieron el impacto de esta revelación. En los próximos días vamos a detenernos a contemplar la revelación de su gracia mediante sus palabras. Lamentablemente no conocemos el tono de su voz ni los gestos de su rostro ni las expresiones de su cuerpo, que son parte de la revelación. Pero tenemos las palabras que usó para ilustrar el carácter de Dios. Esto es suficiente.
Gracia encarnada
Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios» (Romanos 5: 15).
POR MEDIO DE JESÚS se revelaron la gracia y la verdad. Haríamos bien en preguntarnos qué es la gracia. En el Nuevo Testamento aparece muchas veces esta palabra. ¿Qué significa realmente? Para entenderla debidamente tenemos que regresar al pasaje del capítulo 5 de Romanos, donde hemos visto el contraste entre la familia de Adán y la de Cristo. Notemos lo que dice el apóstol: «Pues si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos!» (vers.15). Pablo resalta el gran contraste que hay entre la transgresión de Adán y el don del otro Hombre, Jesucristo. Este don, dice Pablo, vino por la gracia de un hombre y abundó para todos. Luego añade: «Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo» (vers. 17). Este don se expresa en términos de gracia abundante y justicia. Cuando estábamos hundidos en el pecado de Adán, Cristo nos concedió la justicia de Dios; pero esto se hizo por gracia. Luego concluye el apóstol: «Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor» (vers. 20, 21). Allí donde se esperaba condenación total por la magnitud del pecado de Adán, Dios dio justificación y vida eterna. Y lo hizo porque sobreabundó y reinó su gracia. Por lo tanto, la gracia es el atributo del carácter de Dios mediante la cual él nos expresa su amor. Nosotros lo llamaríamos misericordia y compasión. La Biblia lo llama gracia. Esta es la gracia que Cristo vino a revelar.
Gracias a ala hermana Silvia Rodriguez por el fondo
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