"Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones".
Hebreos 3:15
Hay una palabra a la cual queremos hacer referencia. Es la palabra "postergación". Según el diccionario es dilatar, demorar, dejar para después. En otras palabras: es dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
Es común para el ama de casa postergar algunas tareas de las cuales no disfruta: planchar, limpiar la casa, regar el jardín. Hay hombres que dejan para después el pago de sus compromisos, el jugar con los hijos, algunas decisiones y, en el caso de los jóvenes, el comienzo de alguna carrera.
Algunas responsabilidades no cumplidas a tiempo pueden traer complicaciones personales, pero cuando postergamos la toma de decisiones relacionada con nuestra alma, con la eternidad, corremos un grave peligro. Y se complica mucho más cuando lo justificamos con excusas.
Algunos dejan para más adelante el arrepentimiento y el abrazar la fe en Cristo. Otros, habiendo aceptado a Jesucristo, postergan sus deberes espirituales de desarrollar al Cristo que llevan adentro. Muchos postergan la Gran Comisión. El ser testigo es responsabilidad de todo cristiano. Todo el mundo está deseoso de oír noticias alentadoras y positivas. ¿Qué excusa tenemos para no compartir las buenas nuevas?
Tome hoy la responsabilidad de cumplir con la misión que le ha sido encomendada: "para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable" (I Pedro 2:9).
Póngase en las manos de Dios y permita que Su luz alcance a otros, y la gloria del Señor será sobre su vida porque todo aquel que da, recibe.