¿D O N D E E S T U V E?.........
Alguien preguntaba la semana pasada por lo que cada uno íbamos a hacer durante estos días de Semana Santa y yo me dispongo a contaros algo.
Es una semana para mí y supongo que para todos los creyentes, llena de misterio profundo en el que adivino a Dios arrastrándose por levantar al ser humano y animarlo a que ponga la mirada más alta y busque siempre lo de arriba. Cuando he sido celebrante me esforzaba por hacerlo todo con la máxima sencillez para dejar traslucir la actividad de Dios reflejada en nuestras celebraciones. Jamás me gustó el hacer comentarios después de haber escuchado la Historia de la Pasión de N. S. Jesucristo. Me parecía un sacrilegio mezclar mis palabras con las palabras de los evangelistas que fielmente transcriben lo que les tocó vivir y lo hacen con un lenguaje sencillo y claro para que sus comunidades pudieran entenderlo con sólo escuchar los acontecimientos de aquella semana y última del Dios-hombre en la que el hombre es aplastado por lo más bajo del ser humano, el odio, para que resplandezca el amor desinteresado de Dios por su criatura.
Nunca dí demasiada importancia a las imágenes bellas que se guardan en nuestras iglesias pero ahora en mi papel de oyente o participando entre el pueblo y a pie de calle me hablan demasiado claro y me doy cuenta la importancia que ellas tienen en su plasticidad para el ser humano.
El Martes Santo a las ocho de la tarde, despedía a una prima hermana que salía del hospital, donde había estado luchando durante cuatro meses a brazo partido por la vida; ella marchó curada a su casa donde la esperaban sus hijitos y yo subí a la iglesia de la clerecía en el corazón del barrio antiguo de Salamanca desde donde salía, si el tiempo no lo impedía, la procesión de los doctrinos cuyos cofrades son profesores y alumnos de la vieja Universidad.
Eran las nueve de la noche y con un cielo encapotado, recordando las viejas capas pardas de los cofrades de Aliste, se nos echó la noche encima. Este año me había colocado casi al fondo de la callejuela que lleva a la sublime portada de la Universidad. Siempre he visto allí grupos de turistas
propios y foráneos buscando la universalmente conocida rana, pero hoy estábamos en fila a los dos lados de la calle y con la voz a medio tono hacíamos comentarios. Ya se adivinaba, lo cual me alegró, que no eran turistas de todos los días lo que estábamos esperando sino que algo serio y sagrado iba a pasar por entre las farolas y piedras milenarias. Hasta los reporteros de los distintos medios guardaban una actitud diferente. Estaba dando comienzo la procesión con la imagen del Cristo de la Luz seguido de la imagen de su Madre Santísima Virgen de la Sabiduría. El silencia era religioso y los cerca de doscientos cofrades con su sayal negro y capuchones morados avanzaban solemnes por el empedrado de las vieja calle Libreros. La banda de música ponía notas de dolor y de angustia del Cristo atado a la columna recibiendo golpes.
Lo ví venir desde lejos y con el paso acompasado de los cofrades me perecía decirme: “Sí, ya llego.
Quiero que me contemples hecho una llaga por los golpes y burlas des los que se tenían por religiosos y creían con ello servir a Dios. Ya os dejo claro que no hay servicio a Dios, si el hombre sufre. Ya ves el sello de autenticidad de mis palabras. Dios sufre en el hombre que es torturado por otro semejante” “ Jesús, pasa y perdona nuestra cobardía, le dije en silencio y con los ojos”. La lección está dada, dame fuerza para ponerla siempre, siempre en práctica. Con una mirada nos despedimos y doblamos la esquina”.
Hoy Jueves Santo busqué unas monjas de clausura y estuve celebrando en comunidad pequeña los tres grandes misterios que encierra el Jueves último que Jesús pasó entre los hombres. Era pues, de despedida de sus amigos y los invitó a cenar. El ambiente era familiar pero cargado con el peso de saber que había un traidor que por dinero lo vendía todo. Tremendo misterio de amor y perdón
para aquel que empedernido se ciega en seguir su camino, aunque sea erróneo. A pesar de saber lo que era la traición y que siempre puede repetirse, prefirió quedarse entre los suyos: “ ESTE PAN ES MI CUERPO para vida del mundo, lo necesitáis para el camino. Sin mi nada podéis…” Consagró el pan y el vino y lo puso en las manos de los hombres para seguir haciendo lo mismo en su recuerdo. Si alguien quiere empaparse en humanidad, que se acerque a esta noche santa del Jueves. Yo diría que la humanidad se ha abierto para mostrarse tal cual es y con ella quiso mezclarse la divinidad porque el hombre no puede y no quiere estar solo. UN MANDAMIENTO NUEVO NOS DIOS EL SEÑOR, QUE NOS AMÁRAMOS TODOS COMO EL NOS AMÓ.
FELIZ NOCHE