En nuestro caminar por el mundo, somos esos ojos que van viendo, únicamente lo que queremos ver y del color que deseamos verlo.
A veces buscamos más allá, sin encontrar lo que quizás, muy cerca de nosotros tenemos; o vemos con otra intensidad, las situaciones o las cosas que a diario vivimos. Nos quedamos en lo externo, en la envoltura, en aquello que nos dicen; y no intentamos ir más alla, descubrir, conocer, explorar.
Decimos tener ojos bien abiertos y constantemente nos estrellamos contra la realidad o dejamos escapar tesoros que teníamos a nuestro lado; porque no fuimos capaces de descubrirlos, aun habiéndolos tenido al alcance de las manos. No reconocemos nuestra ceguera interior y nos cuesta aceptar que otro nos muestre el camino, porque creemos tener la razón, ser los dueños absolutos de la verdad, y si vivimos en un mundo relativo, la verdad también es relativa; somos testigos de lo que es en realidad único y bello....¡gárrafo error!.
Vemos lo que queremos ver o lo que más nos conviene, pero no logramos descubrir la grandeza que otros en su alma tienen.
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