El Evangelio de Hoy DOMINGO 12 DE JUNIO DE 2011
"Los hombres tienen con frecuencia bastante religión para sentirse enemigos de los que tienen otra; y muy pocas veces tienen la religión necesaria para amarse los unos a los otros".
Domingo. Solemnidad de Pentecostes.
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.Con alegría leamos la palabra.
“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen.
Primera lectura
Hechos de los apóstoles 2,1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua." Palabra de Dios.
Meditación
Cuando el día de Pentecostés llegaba a su conclusión —aunque el acontecimiento narrado tiene lugar hacia las nueve de la mañana, la fiesta había comenzado ya la noche precedente— se cumple también la promesa de Jesús (1,1-5) en un contexto que recuerda las grandes teofanías del Antiguo Testamento y, en particular, la de Ex 19, preludio del don de la Ley, que el judaísmo celebraba precisamente el día de Pentecostés (vv. 1s). Se presenta al Espíritu como plenitud. El es el cumplimiento de la promesa. Como un viento impetuoso llena toda la casa y a todos los presentes; como fuego teofánico asume el aspecto de lenguas de fuego que se posan sobre cada uno, comunicándoles el poder de una palabra encendida que les permite hablar en múltiples lenguas extrañas (vv. 3s). El acontecimiento tiene lugar en un sitio delimitado (v. 1) e implica a un número restringido de personas, pero a partir de ese momento y de esas personas comienza una obra evangelizadora de ilimitadas dimensiones (“todas las naciones de la tierra”: v. 5b). El don de la Palabra, primer carisma suscitado por el Espíritu, está destinado a la alabanza del Padre y al anuncio para que todos, mediante el testimonio de los discípulos, puedan abrirse a la fe y dar gloria a Dios (v. 11b). Dos son las características que distinguen esta nueva capacidad de comunicación ampliada por el Espíritu: en primer lugar, es comprensible a cada uno, consiguiendo la unidad lingüística destruida en Babel (Gn 11,1-9); en segundo lugar, parece referirse a la palabra extática de los profetas más antiguos (cf. 1 Sm 10,5-7) y, de todos modos, es interpretada como profética por el mismo Pedro, cuando explica lo que les ha pasado a los judíos de todas procedencias (vv 17s). El Espíritu irrumpe y transforma el corazón de los discípulos volviéndolos capaces de intuir, seguir y atestiguar los caminos de Dios, para guiar a todo el mundo a la plena comunión con él, en la unidad de la fe en Jesucristo, crucificado y resucitado
Salmo 103:
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
SEGUNDA LECTURA 1Corintios 12,3b-7.12-13
Hermanos: Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu. Palabra de Dios.
Meditación
Pablo dirige a los corintios, entusiasmados por las manifestaciones del Espíritu que tienen lugar en su comunidad, algunas consideraciones importantes para un recto discernimiento. ¿Cómo reconocer la acción del Espíritu en una persona? No por hechos extraordinarios, sino antes que nada por la fe profunda con la que cree y profesa que Jesús es Dios (v.3b). ¿Cómo reconocer también la acción del Espíritu en la comunidad? El Espíritu es un incansable operador de unidad: él es quien edifica la Iglesia como un solo cuerpo, el cuerpo místico de Cristo (v. 12), en el que es insertado el cristiano como miembro vivo por medio del bautismo. Esta unidad, que se encuentra en el origen de la vida cristiana y es el término al que tiende la acción del Espíritu, se va llevando a cabo a través de la multiplicidad de carismas —don del único Espíritu—, ministerios —servicios eclesiales confiados por el único Señor— y actividades que hace posible el único Dios, fuente de toda realidad (vv 4-6). ¿Cómo reconocer, entonces, la autenticidad —es decir, la efectiva procedencia divina— de los distintos carismas, ministerios y actividades presentes en la comunidad? Pablo lo aclara en el v. 7: «A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos», o sea, para hacer crecer todo el cuerpo eclesial en la unidad, «en la medida que conviene a la plena madurez de Cristo» (Ef. 4,13): por eso el mayor de todos los carismas, el indispensable, el único que durará para siempre, es la caridad
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El Evangelio de hoy
Juan 20,19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." Palabra del Señor.
Reflexión
El Espíritu es la misma vida de Dios. En la Biblia es sinónimo de vitalidad, de dinamismo y novedad. El Espíritu animó la misión de Jesús y se encuentra también a la raíz de la misión de la Iglesia. El evento de Pentecostés nos remonta al corazón mismo de la experiencia cristiana y eclesial: una experiencia de vida nueva con dimensiones universales.
El evangelista quiere demostrar que con la resurrección de Jesús se ha creado una situación totalmente nueva. La resurrección señala el inicio de una nueva creación que toma forma en la comunidad neotestamentaria de la salvación. Con la exaltación del Resucitado se pasa del tiempo de Cristo al tiempo del Espíritu. El resucitado actúa en la comunidad con el poder y la actividad del Espíritu. Este poder y esta actividad manifiestan al mundo la misión que los apóstoles han recibido de Cristo. Con ocasión del bautismo de Jesús, el ES había consagrado de manera oficial al Mesías y había inaugurado su actividad pública. En Pentecostés el Espíritu hace que el pequeño núcleo de discípulos se presente en público, asuma el lugar que le toca en la historia de la salvación y que no lo abandone hasta el retorno del Señor. La misión de los discípulos es anunciar el don de la reconciliación y de la paz.
Nuestras sociedades latinoamericanas conviven constantemente dominadas por condiciones sociales inhumanas que llevan a la desesperanza. En estos contextos, la esperanza se convierte en un aliado para la sobre-vivencia humana. Se define esperanza como el estado de ánimo en el cual se presenta como posible lo que se desea. En el Nuevo Testamento, Jesucristo promete la presencia del Espíritu Santo como el consolador, el que da fuerza en medio de la tribulación (Jn 14.26). En el Nuevo Testamento, la promesa del Espíritu Santo es mayormente manifestado el día que muchos/as se reunieron para celebrar la fiesta de Pentecostés (Hch. 2). Originalmente Pentecostés era una fiesta judía llamada ―fiesta de las semanas‖, se celebraban las cosechas, siete semanas después (50 días) de la fiesta de los primeros frutos (Lv. 23.15-21), posteriormente esta fecha pasó a significar la alianza y la ley del Monte Sinaí (50 días) después de la salida de Egipto. Para los cristianos/as Pentecostés llega a significar 50 días pascuales después de la ascensión de Jesucristo, día de la manifestación del Espíritu Santo.
Juan 20. 19-23 se refiere a un momento temeroso para los discípulos, un momento en cual viven quizá en la desesperanza por la pérdida de su maestro (Jesús), si habían terminado con su maestro, sus seguidores/as estaban en peligro ante los acusadores. Pero ese momento toma otro sentido cuando se cumple la promesa de Jesucristo (Jn 14.26), re-aparece Jesucristo primeramente proclamándoles el Shalom. Eso fue suficiente motivo de alegría, entonces el temor se convirtió en fortaleza. También cumple la promesa y les reparte el Espíritu que fortalece y que acompaña para vencer. El cumplimiento de la promesa va más allá de ser portadores del Espíritu Santo, ahora serán también mensajeros. Deben continuar lo que Jesucristo inició. Esto puede traducirse como un reconocimiento que Jesús les hace, incluyéndoles como parte del proyecto cristiano. Les llena del mismo Espíritu que le hizo triunfador del mal. Tener el Espíritu Santo significará también ser movidos por él, a consolar, a perdonar a desatar a otros/as. ¿Qué significa en nuestra actualidad ser poseedores/as del Espíritu Santo?
En la actualidad mucha gente vive encerrada en el temor, consecuencia de las acciones que los sistemas sociales toman en contra de la vida humana y que la mayoría de las iglesias justifican porque han sido influenciadas por esta misma ideología. El Espíritu Santo sufre la prisión que cristianos/as le han dado, la razón es que se le ha considerado ajeno a este mundo. La mayoría de las iglesias lo han ubicado en un momento y espacio específico (el templo). Se ha entendido que hay que despojarse totalmente de la humanidad para compaginar con el Espíritu. Sin embargo, el texto nos muestra que el Espíritu Santo se recibe en uno de sus momentos más difíciles, y el propósito de portar el Espíritu Santo es para salir a enfrentarse a la vida misma, independientemente de cómo esta se les presente. Algo importante es que aquí también se considera a otros/as que necesitan también ser liberados/as para alcanzar la gracia del Espíritu Santo, necesitamos una red comunitaria que nos posibilite las relaciones solidarias, que unos con otros nos ayudemos con las cargas tan pesadas que nos han impuesto. La iglesia tiene una gran misión de liberar al Espíritu que fortalece, también repartirlo entre los/as débiles de esta tierra, no un día sino todos los días. Eso permitirá el cumplimiento de la misión de la iglesia, ser conductora de la buena noticia. Libertad por medio del perdón a todas las personas en condiciones esclavizantes. Nuestra gente está urgiendo de esa sujeticidad que sea manifestada en el gozo, que les de fuerza humana, capacidad, actitudes que convenzan para la vida.
Con el don del Espíritu el Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. Como “seres humanos nuevos”, llenos del aliento del Espíritu en virtud de la resurrección de Jesús, deberán continuar la misión del “Cordero que quita el pecado del mundo”: la misión de la Iglesia que continúa la obra de Cristo realiza la renovación de la humanidad como en una nueva obra creadora en virtud del poder vivificante del Resucitado.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.Ven, Espíritu enviado por el Padre, en nombre de Jesús, el Hijo amado: haz una y santa a la Iglesia para las nupcias eternas del Cielo.
Señor Jesús, yo confieso que he pecado contra Ti, por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme. Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade. Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.
Amén y Amen
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje. Con el mayor de mis respetos. Saludos,Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD
FELIZ DIA.
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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