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General: EL EVANGELIO DE HOY SABADO 25 DE 2011...EL SEÑOR ESTE CON UDS.DIOS LOS BENDIGA
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De: hermes sarmiento  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2011 12:07
 

El Evangelio de Hoy SABADO 25 DE JUNIO DE 2011

"Los hombres tienen con frecuencia bastante religión para sentirse enemigos de los que tienen otra; y muy pocas veces tienen la religión necesaria para amarse los unos a los otros".

 

Sábado XII semana del tiempo ordinario.

¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!

“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.

Con alegría leamos la palabra.

“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.

Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla  con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen

Primera lectura

Génesis 18,1-15

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: "Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo." Contestaron: "Bien, haz lo que dices."
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: "Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza." El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?" Contestó: "Aquí, en la tienda." Añadió uno: "Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo." Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos. Sara se rió por lo bajo, pensando: "Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer con un marido tan viejo?" Pero el Señor dijo a Abrahán: "¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: "Cómo que voy a tener un hijo, a mis años"? ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo." Pero Sara, que estaba asustada, lo negó: "No me he reído". Él replicó: "No lo niegues, te has reído."
Palabra de Dios.

 

Meditación

*¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte, Sara habrá tenido un hijo*

La liturgia nos propone hoy una página bellísima en la que se funden, de manera armoniosa, dos temas entrañables para la literatura extrabíblica: la visita de una divinidad y la promesa de un hijo a una pareja estéril (cf. también Jue 13,8ss). El nacimiento preanunciado aparece en este texto precisamente como don en pago a la gratuita hospitalidad ofrecida a tres misteriosos personajes. El punto más difícil es establecer la relación entre estas figuras y Yavé. Los intérpretes, judíos o cristianos, han intentado comprender la razón de que el texto hable unas veces de «tres hombres», con sus respectivos verbos en plural, y otras de uno solo, o de Dios. La tradición midrásica identifica a los tres huéspedes con tres ángeles y atribuye a cada uno una función específica: Gabriel anuncia el nacimiento de Isaac; Miguel, la destrucción de Sodoma; Rafael cura a Abrahán después de la circuncisión. De todos modos, para el narrador los ángeles son una manifestación de Yavé, una manifestación que ha sido leída con facilidad en clave cristiana como una velada anticipación del misterio trinitario.
La primera parte del relato (vv. 1-8) presenta a Abrahán como modelo de hospitalidad, pero el punto de interés de la narración se encuentra en la segunda parte (vv. 9-16), que está centrada en la risa de Sara ante la promesa de un hijo. En efecto, la mujer, ante el imposible nacimiento proyectado por Dios, cuando han desaparecido las condiciones humanas que lo harían posible, se manifiesta incrédula. Su escepticismo la convierte en figura de todo creyente puesto ante el misterioso obrar del Altísimo, puesto que, tal como se afirma en el v. 14 de este mismo texto: “¿Hay algo imposible para el Señor?”. El «sí» de Dios al hombre choca con la mentira de la criatura, que no solamente no cree, sino que tiene asimismo miedo de asumir la responsabilidad de sus propios actos frente a Dios y entonces, como un niño, miente.
El relato, que se abrió con una visita de Dios al hombre, una visita portadora de vida precisamente a un lugar en el que faltaba la fecundidad, prosigue con la mentira del hombre, que no sabe abrirse al don de manera espontánea. Y este relato termina haciendo oír, exactamente un año después, la risa clara del pequeño Isaac, casi para recordar que Dios es magnánimo y mantiene su palabra sonriendo ante la incredulidad del hombre. 
En la encina de Mambré se apareció el Señor a Abraham, que estaba sentado a la puerta de su tienda. Era la hora más calurosa del día.
Una escena muy bella, muy simple y fácil de imaginar.
Es así como Tú nos sorprendes, Señor, si estamos disponibles: en pleno mediodía, en el centro de nuestras jornadas, en el marco familiar de nuestras vidas.
El largo caminar de Abraham está marcado por hitos, por puntos de referencia, por encuentros. Con frecuencia, como nosotros, tuvo que caminar de noche, sin verte, sin comprender. Y luego, de vez en cuando dabas una señal a Abraham, tu amigo. Hacías que sintiera tu proximidad.
Ibas a él en la banalidad ordinaria de un pequeño suceso en apariencia. Un acontecimiento que era preciso descifrar y que otros no lo hubieran quizá interpretado así.
Vio a tres individuos de pie ante él.
Aparentemente son seres humanos, nómadas que van de paso.
La acogida. La hospitalidad. El servicio prestado. El amor fraterno. La atención al otro. El don de sí. ¡Cuidado! no faltéis a la cita, es Dios que pasa. El texto bíblico dice «el Señor se apareció»: eres Tú el que se presenta a la entrada de la tienda, pero bajo la forma de tres viajeros misteriosos .
El famoso icono de Rubliev no ha dudado en pintar las tres personas de la Trinidad a través de los desconocidos de este relato.
¿Tras de qué rostro te presentarás hoy, Señor? ¿Sabré encontrarte, a la entrada de mi tienda, hacia el mediodía?
Les sirvió agua, pan, un becerro tierno y sabroso, leche...
Hace preparar para ellos lo mejor que tiene, aquello que necesitan. Aquello que quizá esperaban, porque era mediodía.
¿Que esperan hoy de mí, los que viven conmigo?

La risa de Sara.
Trato de imaginarme esa risa algo trémula, esa alegría que estalla, que ilumina el rostro de ¡esa ancianita de noventa años! ¡No! es imposible; esos tres viajeros desconocidos están locos anunciando que Sara tendrá un hijo dentro de un año. Ríe porque le cuesta creer en esa promesa ridícula. Ríe también porque es feliz.
¿Es que hay algo demasiado maravilloso para el Señor? ¡Tal es la respuesta de Dios a la risa de Sara!
En efecto, Dios propone siempre al hombre más de lo que éste se atreve a esperar. ¡Quieres, Señor, para nosotros, más de lo que queremos! Vas más allá de nuestros deseos.
Tenemos un corazón demasiado pequeño.
A través de esta «vida», concedida más allá de las leyes humanas, nos significas que quieres darnos una «vida» a la que no tenemos derecho. «Es que hay algo demasiado maravilloso para el Señor?» Quiero meditar esta palabra.
Sí, lo creo, Señor. Tú quieres colmarnos. Tú quieres darnos mucho más de lo que te hemos pedido... pero frecuentemente «de otro modo».
La vida terrestre, la que se desarrolla «junto a la encina de Mambre» o en otro lugar, la que ve nacer los niños en las familias... ¡es ya tan hermosa! Pero, ¡qué será la vida «maravillosa» que nos tienes destinada!

Salmo Interleccional

Lc: 1, 46-50.53-55.

El Señor se acuerda de la misericordia 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,  se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es Santo.
Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. A los hambrientos los colma de bienes  y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-  en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

El Evangelio De Hoy

Mateo 8,5-17
*
Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob*

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quién soy yo para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace."
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Y al centurión le dijo: "Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído." Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades."
Palabra del Señor.

 

Reflexión

Cuando el cristianismo nació como movimiento social y religioso, su reducida cantidad de integrantes le permitía tener un diálogo abierto y creativo con la gran varedad de expresiones religiosas del momento. La manifestación de fe del centurión sobrepasa las expectativas de todos, incluso del mismo Jesús, que queda sorprendido con la respuesta clara y serena del oficial romano. El centurión no pedía un favor para él, sino para uno de su ‘casa’; para una persona que, aunque vivía bajo el régimen de la servidumbre, estaba bajo su directa responsabilidad. Y lo más sorprendente de la escena es que el oficial romano se coloca prácticamente “a las órdenes” de Jesús, contraviniendo todas las reglas sociales del momento. Sin embargo, Jesús viendo la poderosa fe del centurión, se salta todas estas barreras y, por medio del mismo oficial, comunica una palabra de vida, fe y esperanza a toda la ‘casa’ del oficial romano. Jesús accede a la sanación porque la fe del centurión no le da más alternativa. Por medio de la fe podemos también nootros sanar a esta sociedad enferma, cuyas lacras nos parecen a veces insanables. Pero no olvidemos que “para Dios nada es imposible” (Lc 1,37).

El evangelista Mateo, tras la curación de un leproso, presenta como segundo milagro de Jesús la curación de un pagano. En esta narración se pone de manifiesto, en particular, la condición necesaria para que Dios obre respecto a nosotros: la fe. El centurión presentado por Mateo es un oficial subalterno que manda sobre la guarnición del presidio de Cafarnaún, una pequeña ciudad de cierta importancia en aquellos tiempos. Jesús —al ser interpelado— responde probablemente con una frase interrogativa: « ¿Tengo que ir a curarlo?». Sin embargo, la fe del centurión es firme, y, frente a una posible resistencia de Jesús, dado que él era pagano, considera que el Señor, con una sola palabra, puede llevar a cabo el milagro. En efecto, como oficial, sabe lo que significa obedecer a una palabra y cree que Jesús tiene autoridad para sanar también a distancia.
«Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra... » Maravillosa afirmación que, desde entonces, continúa resonando en la boca de los creyentes, llamados a acoger como huésped al Señor en el misterio eucarístico. Jesús exalta esta actitud de humildad y de fe, y acepta llevar a cabo lo que se le ha pedido, afirmando de manera abierta que la fe anula toda distinción entre judíos y paganos. Añade incluso que serán excluidos del Reino todos aquellos que, aun perteneciendo a la raza de Abrahán, no crean en el Hijo del hombre.
Viene, a continuación, el episodio relacionado con la suegra de Pedro. Se trata de una mujer y, por consiguiente, de la tercera categoría de personas excluidas de la plena participación en el culto de Israel. En el relato de Mateo no están presentes los personajes secundarios que dan vivacidad a la narración de Marcos (1,29-31). Aquí es Jesús quien parece entrar por sí solo en la casa de Pedro, ve a la suegra, se le acerca y le coge la mano. Es sorprendente, sobre todo, el hecho de que la mujer, tras levantarse del lecho, se ponga a servirle de inmediato. Según algunos exégetas, esa precisión nos ayuda a comprender que, con Jesús, ha cambiado el culto: también la mujer puede ofrecer un servicio personal y directo a su Señor. Ha sido curada, en efecto, para servir a los hermanos.
El pasaje se cierra observando que le llevaron muchos a Jesús y que éste los curó a «todos». La suya es una autoridad absoluta, que está dotada del poder de curar con una palabra, con un simple contacto, y hace al hombre —a todo hombre— idóneo para servir al Señor, algo que es consecuencia del hecho de que Jesús se hizo cargo de nuestros males en la cruz. En efecto, quien ama, carga con el mal del amado. ¿Y quién nos ha amado más que Jesús?
“¿Hay algo imposible para el Señor?” (Gn 18,14). Son las mismas palabras que encontramos en el evangelio de Lucas en el momento del anuncio a María. Nuestro sincero deseo de adherirnos al Señor, de creer en él, se queda siempre corto comparado con la imprevisible iniciativa de Dios. Abrahán, padre de los creyentes, levanta los ojos y acoge con premura la inesperada visita de tres misteriosos personajes...
Y Dios entra así en la tienda nómada del patriarca y se deja hospedar. Un día, en la plenitud de los tiempos, volverá a estar entre los hombres, pero deberá nacer en un establo. Abrahán les lleva agua a sus huéspedes para que se puedan lavar los pies. Un día, Jesús mismo será quien lave humildemente los pies a sus discípulos. El mismo Abrahán corre a la vacada para matar un becerro tierno y cebado. Así hará el Padre —en la parábola evangélica— en el regreso del hijo que se había marchado lejos de su amor. Abrahán ofrece pan a sus huéspedes; Dios mismo nos ofrecerá a los hombres el Pan verdadero, bajado del cielo, para que al comerlo tengamos la vida en abundancia. Abrahán dispone el reposo de sus huéspedes a la sombra del árbol. También el Padre hará reposar a sus hijos debajo del árbol de la cruz. Al viejo Abrahán, anciano y solo, se le ofrece como don el hijo de la risa. También el Padre nos dará otro Isaac, nacido de una Madre virgen; sobre él serán cargados los pecados de todos; maltratado, padecerá en silencio el escarnio. ¿Hay, en efecto, algo imposible para el Señor?

SEÑOR, tan acostumbrado estoy a estar cerca de tu grandeza sin apreciarla, que han de venir de fuera para darme lecciones de fe y de admiración hacia ti. Me uno a la fe del centurión. Mientras, dejo que tú cargues con mis dolencias y mis enfermedades. Como Jacob, también yo puedo ser ‘‘fuerte con Dios’’.Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor.

Señor Jesús,  yo confieso que he pecado contra Ti, Por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme.  Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade.  Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.Amén y Amen

GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS

 

* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje.
Con el mayor de mis respetos. Saludos. Dios los Bendiga. *

GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.

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Así, responderé oportunamente.

Gracias

Hermes281955@hotmail.com

Hermes Sarmiento G

De Colombia

Nota Importante:

 Las imágenes que  utilizo en este mensaje, son a modo de ilustración, y no para adoración.



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