DOMINGO XXXIV ( Cristo Rey) A
Ez.54,11-12; Cr.15,20-26; Mt.25,31-46; Ps.22 “El Señor es mi pastor, nada me falta…..”
Hoy es la fiesta de Cristo Rey y con ella cerramos el año litúrgico. Fue instituida por el Papa Pio XI con la buena intención de que los estados reconocieran la realeza de Jesuscristo sobre el mundo y se consagraran a él. Si todo hubiera llegado a buen fin, el mundo habría restañado las heridas de la 1ª guerra mundial (1914-18) y no hubiera llegado a la, más terrible aún, 2ª guerra mundial (1939-45).
El mundo desoyó la voz del Papa, siguió su rumbo y se volvió a despeñar. Para evitar confusiones y malentendidos el Concilio V. II reconoció solemnemente la autonomía total de este mundo, aunque en él está la iglesia (familia de los creyentes) cuya misión es influir en la sociedad, nunca por su poder o esplendor, siempre por la siembra de justicia para todo ser humano, servicio mutuo de los seres humanos y caridad entre todos los seres humanos.
Sólo desde la fe podemos afirmar la realeza de Jesucristo sobre el mundo y los hombres y es el profeta Ezequiel ( 5751) quien nos da esta bien hermosa meditación:
” Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro. – no te asustes avejuela mía, ni aunque seas la perdida porque, óyeme mi avejuela: Como un pastor sigo vuestro rastro sin peligro de cansancio. Iré en tu búsqueda. Ah, no, no importa te vayas lejos, ni siquiera que hayas caído en una sima…. No intentes resignarte, lucha, muévete, recuerda de onde saliste, no te dejes morir en ese estado, aguanta que yo sigo tu rastro, que ya llego…y te quitaré esas zarzas que te han enganchado; sí y lo haré con cuidado para no hacerte mas dolor…Rebañito mío, mis ovejuelas; sabed que estoy tras vosotras, no temáis. No dormiré en mi casa mientras todas no estéis sanas y salva en el redil. Ni me da miedo la noche, ni la tormenta me acobarda, ni huyo de las alimañas con tal de salvar a mi avejuela; sí también a ti la más inquieta, la más dolorida,
que mirabas con recelo mis cuidados y no escuchabas mis silbidos. Espera que ya llego, y te sacaré del barranco y volverás a ser libre y a escuchar mi canción y el tañer de mi dulzaina, mientras gozas y ya sonríes en la pradera, porque te he a salvado.
¿Me oyes, ovejuela mía?... No temáis, yo mismo os apacentaré y buscaré a las perdidas y vendaré sus heridas, sí siempre con cuidado y sin hacer preguntas. Un mimo para vosotras ovejuelas sanas y gordas.Yo me alegro con vosotras, pero antes dejadme sanar a las heridas y enfermas que también son mías.
Y sabedlo todas, ovejuelas mías, / yo voy a juzgar entre vosotras, sí / pero a ninguna os doy por perdida.
Amigos, ¿nunca os habíais fijado en ese Salmo 22 ?: “El Señor es m pastor, nada me falta./En verdes praderas me hace recostar…..Tu bondad y tu misericordia me acompañan TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA Y HABITARÉ LA CASA DEL SEÑOR,
POR SIEMPRE”.
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¡ QUE GOZADA!.................