D O M I N G O IV –B
Deut.18,15-20; 1Cr. 7,32-35; Mc. 1,21-28
“OJALÁ ESCUCHEIS HOY LA VOZ DEL SEÑOR. ¡ NO ENDUREZCAMOS NUESTRO CORAZÓN”!
Querida comunidad de creyentes,
Nos hemos reunido para cumplir todos con una obligación que nadie nos ha impuesto a no ser nosotros mismos. Y es que ,amigos, nuestro sentido común, que es muy práctico y realista, nos dice: 1º Que somos libres y 2º Que estamos orgullosos de ser creyentes en N.SJ..
Cuando nos juntamos el Domingo para la misa es para ayudarnos mutuamente. Tu me ayudas y me animas con tu presencia y yo te ayudo y animo con la mía. Ya somos más y las cosas en familia están mejor hechas. Por eso he comenzado diciendo: Querida comunidad de creyentes = querida familia. Ah, que no se me olvide, la familia está abierta a la abundancia de todos y a la necesidad de todos. No me gustaría enterarme que alguien está pasando hambre sin que todos los demás nos volquemos para echarle una mano. Los tiempos que corremos ( 5.273.600 PARADOS) dan para todo, ¡ójala sean cortos!
La Iglesia católica nunca puede ser sólo comunidad que se reúne que reza y canta junta y que al final cada uno se va a llorar su miseria o a gozar de su abundancia. El dolor de todos lo mismo que la alegría de todos, los católicos hemos de compartirlos. Nadie escurrimos el bulto.
En la primer lectura hemos escuchado la promesa de un profeta para el pueblo de Dios, un portavoz fiel a su palabra. En el evangelio, Jesús se manifiesta como el gran Profeta prometido. “OJALA ESCUCHEIS HOY SU VOZ. Es una invitación a acoger su palabra y a comprometernos con ella.
Es que, amigo, Jesús no enseñaba como los letrados sino con AUTORIDAD. La forma de enseñar de Jesús provocó en la gente algo desconocido y admirable. Es que Jesús los hacía con “autoridad”. Su palabra era liberadora, era sanadora para todos los que le escuchaban en serio. Su autoridad no venía de de las medallas impuestas o de los títulos acreditativos porque su autoridad nada tenía que ver con la autoridad o poder. El no trata de imponer, de controlar el comportamiento de la gente. Para El no existen ni las amenazas ni la coacción. Su “ AUTORIDAD” nace de la fuerza del Espíritu. Proviene del amor a la gente.Busca aliviar el sufrimiento, curar heridas, ponernos en un camino de vida mas sana.
Jesús nunca crea sumisión, infantilismos o pasividad. Las homilias aburren. Las palabras están desgastadas
¿ NO ES EL MOMENTO DE VOLVER A JESUS, VOSOTROS Y YO, Y APRENDER A ENSEÑAR COMO LO HACÍA EL?