“Vanidad de vanidades dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2)
Dios no existe, dijo un ateo; su amigo replicó, entonces, “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Si Dios no existiera, todo fuera un caos; no habría orden, la vida no tendría sentido y si no tengo que darle cuentas a nadie, ¿Para qué ser bondadoso? Esa es la filosofía del ateo, del agnóstico y todo aquel que no tiene a Dios en su corazón. Para estos, “todo es vanidad”. Precisamente, el libro de Eclesiastés, escrito por el rey Salomón, por el año 900 AC.; trata del tema de lo fútil de la vida sin Dios. Eclesiastés habla de la lucha del hombre por encontrar significado y satisfacción en la vida. El tema básico es que la vida es vacía y no tiene sentido aparte de una recta relación con Dios. A menos que el hombre llegue a conocer al Creador, nada de lo que ha sido creado podrá darle paz y satisfacción. Todo será vanidad. Todo en la naturaleza está en constante movimiento; pero de ese continuo ir y venir no resulta nada nuevo, porque cada movimiento, una vez que llega a su término, recomienza su curso y repite su ciclo incansablemente. El hombre quiere vivir eternamente; pero sin Dios, por eso fábrica el “Elixir de la juventud”. Ya hace decenas de años que se congelaron los cuerpos de famosos personajes, para que un día la ciencia los haga “resucitar”. Y la verdad que todo intento del corazón humano es vano, sino tiene a Dios como el Señor y soberano de su vida. Cuando hay Dios, hay paz, hay sentido y una perspectiva de servicio a la humanidad. Por eso, hoy adore y sirva a Dios con todo el corazón y visite, hable y ayude con amor al pobre. Ore y ofrende para que sigamos edificando vidas.
¿Tiene sentido mi vida? ¿Hay paz en mi alma? Sin Dios me falta todo...
GRACIAS A LA HNA. SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO
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