La mujer virtuosa es comparada a los barcos que traen tesoros de tierras lejanas. Estas naves no fueron construidas para ser cruceros hermosos, sino para ser fuertes, durables y tener capacidad. Tenían que resistir los poderosos movimientos del mar, las inclemencias del tiempo, los ataques del enemigo y la piratería. A menudo debían ser reparadas una y otra vez, pero siempre llegaban bien al próximo puerto para vender sus preciadas mercaderías.
Ahora bien, Dios no mira a una mujer como si fuera un barco, sino más bien nos da el ejemplo de las características de estos navíos con relación a nuestras actitudes.
¿Se ve usted como una delicada belleza, frágil y casi inútil? O quizás se ha ido al otro extremo y se siente el "burro de carga" de la familia.
Hay un perfecto equilibrio en el cual podemos ser fuertes y útiles y a la vez conservar la feminidad. Otra muestra de fortaleza interior es la capacidad de salir de un mar de dificultades a una bahía de calma y paz.
Esta mujer virtuosa trae comida desde lejos. Busca hasta que encuentra justamente lo que su familia necesita y disfruta con más placer. Pone tiempo y esfuerzo en la preparación de sus comidas.
Quizás esto se realice en su propia familia. ¿Está usted poniendo el esfuerzo físico y hasta a veces espiritual en preparar su mesa? La comida preparada con amor sabe, luce y satisface mejor, no lo olvide.