El Evangelio DE Hoy DOMINGO 02 DE SEPTIEMBRE DE 2012.
XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.
Primera Lectura.
Deuteronomio 4, 1-2. 6-8 *No añadáis nada a lo que os mando. . ., así cumpliréis los preceptos del Señor.*
Moisés habló al pueblo, diciendo: - "Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán:"Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente."Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?" Palabra de Dios.
Meditación
Es antigua la tentación de considerar que lo esencial de una religión está en el cumplimiento de ciertas formalidades rituales, y no en la asunción de sus principios vitales. También esta tentación acompañó al «pueblo de Dios» de Israel -como a muchos otros «Pueblos de Dios»-, desde tiempos inmemoriales. Hoy, si alguna persona se atreve a cuestionar, aunque sea indirectamente, ciertos lastres históricos y a proponer alternativas coherentes con el evangelio, en poco tiempo es tachada de «desviarse de la auténtica doctrina». Sin embargo, como nos recuerda el Salmo, no son los muchos ornamentos ni el boato de las celebraciones lo que nos eleva a Dios, sino la justicia, la honestidad, la recta intención y el respeto. Anunciar la justicia y vivirla en el día a día constituye la exigencia fundamental de las Escrituras judeocristianas –y en esto coinciden con tantas otras Escrituras-. Los rituales, las prescripciones, las ceremonias... nos pueden ayudar a continuar por el camino de Dios, pero no pueden sustituirlo. Por esta razón, la exhortación que Moisés dirige a su pueblo se centra en la necesidad que tiene el pueblo de Dios de hacer una clara opción por el Dios de la libertad y por la justicia que los ha sacado de Egipto. De lo contrario, el sueño de la «tierra prometida» se puede convertir en una cruel pesadilla. Los primeros cristianos experimentaron en carne propia la amenaza del formalismo y el ritualismo. Después de un tiempo de dedicación y fervor por la misión, los ánimos comenzaron a ceder y la comunidad se vio rápidamente atraída por las relaciones puramente funcionales y formales. De este modo se perdía la fraternidad que les daba identidad y coherencia.
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Salmo:14
*Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? * El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente El que así obra nunca fallará.
Segunda Lectura
Santiago 1, 17-18. 21b-22.27 *Llevad a la práctica la palabra*
Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo. Palabra de Dios.
Meditación
La carta de Santiago nos pone en guardia contra una religión que no encarne los valores del Evangelio. La palabra escuchada en la Sagrada Escritura debe ser discernida según el Espíritu para vivirla dócilmente en la vida cotidiana. El cristianismo no es una formalidad social que cumplir, ni un ritual más en las prácticas piadosas de una cultura. El cristianismo se manifiesta como una opción vital que requiere del compromiso íntegro de la persona. La comunidad de creyentes es el espacio ideal para que la persona realice su opción y viva, en compañía de otros hermanos y hermanas, el llamado de Jesús.
Santiago sabe que la Palabra de Dios, que revela la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tiene una fuerza intrínseca, pero sólo da fruto en plenitud con la colaboración del creyente. Es menester que la Palabra encuentre sitio en el corazón del hombre, un corazón que disponible para escucharla y ponerla en práctica, exento de espíritu de polémica. Entonces se convierte portadora de salvación; sin embargo, si la Palabra es escuchada pero no acogida, entonces se alimenta en el hombre una falsa relación con Dios que crea la ilusión de lo contrario. La carta de Santiago «traduce» con términos prácticos e inequívocos el perenne dicho del Señor: «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Sin embargo, el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica es como aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena» (Mt 7,24ss).
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Santo Evangelio:
Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23 *Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.*
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús "¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores"? Él contesto: / "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: / "Este pueblo me honra con los labios, / pero su corazón está lejos de mí. / El culto que me dan está vacío, / porque la doctrina que enseñan / son preceptos humanos." / Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres." Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro." Palabra del Señor.
Reflexión.
Algo, que en la actualidad se está olvidando, es la importancia que tienen en nuestra vida los Mandamientos de la Ley de Dios. Hay muchas personas que, pretendiendo ser dueños de su libertad personal, no quieren amarrarse con los mandamientos de la Ley de Dios.
Y sin darse cuenta, de hecho, se están amarrando a sus instintos, a sus gustos, a sus caprichos y al final terminan convirtiéndose en esclavos de muchas cosas. Dios nos quiere libres pero con una libertad verdadera.
En la primera lectura se nos presentaba Moisés animando al Pueblo de Israel a cumplir con los mandamientos. Les dice algo muy importante: “Guárdenlos y cúmplanlos porque ellos son la sabiduría y la prudencia de ustedes”.
Los mandamientos de la Ley de Dios nos enseñan a poner nuestra atención en aquellas cosas que son verdaderamente importantes para nuestra vida. Nos dan a conocer los verdaderos valores que son los que le dan sentido a nuestra existencia.
Recordemos que muchas personas viven para el placer, para el mal, el deseo de tener es parea ellos lo más importante o solamente piensan en pasarla bien en esta vida.
Pero con todo esto, se olvidan de algo que es muchísimo más importante: se olvidan de que nosotros, en este mundo, solamente estamos de paso y que a lo largo de nuestra vida tenemos que irnos preparando para el encuentro pleno y definitivo con el Señor.
Los mandamientos nos señalan el único camino que hemos de seguir para poder alcanzar la meta para la que hemos sido creados. Es el camino de los Mandamientos. Los mandamientos son como las barandas que se ponen en las escaleras. Las barandas no son un estorbo a la libertad, sino una ayuda para no caernos. Aparentemente nos limitan, pero nos evitan el mal.
Moisés al invitar a Israel a cumplir con los mandamientos les dice algo muy importante: No añadirán nada ni le quitarán nada a lo que yo les mando: “Cumplan los mandamientos del Señor que les enseño”.
En los mandamientos nos encontramos con lo más básico y fundamental. A veces como que sentimos la tentación de agregarle algo más, como si les faltara algo. A algunas personas como que les parece poco lo que piden los mandamientos. Y les van agregando una serie de normas.
Este añadirle más a lo que Dios nos pide, terminan por esclavizarnos y en el fondo se convierten en verdaderos estorbos. Eso es lo que Jesús llama “Preceptos humanos”.
El Evangelio de hoy nos decía que los fariseos acusaban a los discípulos de no cumplir con las tradiciones de los mayores, como era la costumbre de lavarse las manos, jarras, ollas antes de comer. Lo consideraban como un grave pecado.
Ciertamente una cosa es la limpieza y la higiene y, otra muy distinta es la de querer convertir en un mandamiento divino algo que en realidad no lo es. Una cosa es ser una persona desaseada y otra muy distinta ser una persona pecadora.
Dios nos quiere libres y la libertad verdadera la encontramos cumpliendo con su Palabra. La fidelidad verdadera la encontramos haciendo en todo momento lo que Dios nos manda. Por eso es que el Apóstol Santiago, en la segunda lectura, nos aconseja diciendo: “Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos”.
Dios no nos pide cosas extraordinarias. Quiere que hagamos nuestros los criterios de los mandamientos. Por eso agrega el Apóstol Santiago: “La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido”.
Jesús nos hace ver que lo más importante no son las formas externas o las practicas piadosas. Lo más importante es hacer la voluntad de Dios desde lo más profundo del corazón. Por eso les dice a los judíos: “¡Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Se quedan en los puros preceptos humanos.
Y para hacerles entender que lo malo o lo bueno brota de nuestro corazón agrega: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro”. Se refería a los alimentos impuros. Al contacto con un cadáver y otras cosas semejantes.
Cristo quiere que entendamos que de nuestro corazón es de donde salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.
Lo más importante son las intenciones que tenemos en nuestro corazón. No basta con el cumplimiento material y externo de lo que se nos ha mandado. Lo hemos de hacer con todo el corazón. Por esta razón es que la plenitud de los mandamientos se encuentra en el amor.
Por eso San Juan y San Pablo nos dicen que el que ama cumple con todos los mandamientos y que la plenitud de la ley está en el amor. Jesús nos dijo que la ley entera y todas las escrituras encuentran su fundamento en el amor.
Pidamos al Señor que nos conceda la gracia de vivir motivados por el amor. Que no nos hagamos esclavos de las costumbres y tradiciones humanas. Lo principal está en el amor que tengamos a Dios y a los hermanos.
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
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