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General: LA PALABRA DIARIA MES DE SEPTIEMBRE
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 05/09/2016 14:56 |
Mi mente y corazón están centrados en la presencia de Dios. Estoy en paz.
Cuando una rueda gira, podemos ver movimiento en su borde, mas su centro parece permanecer inmóvil. Lo mismo es aplicable a mi vida. A pesar de lo que suceda a mi alrededor, permanezco firme cuando mantengo mi atención centrada en el espíritu de Dios en mí.
Al mantener mi atención en la vida de Dios en mí, logro una comprensión más profunda de lo Divino. Encuentro mi paz. Sé lo que se siente ser elevado y radiante, optimista y resiliente. Al suscitar esos sentimientos, logro una conciencia más profunda del efecto sosegador del amor. Fluyo con ese sentimiento.
Al dar estos pasos pequeños varias veces cada día, encuentro que gozo de una calma que emana natural y fácilmente. La paz interna me sostiene todo el tiempo.
¡La paz sea con ustedes!—Lucas 24:36 | | | |
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Tengo confianza, no tengo preocupaciones y soy valiente.
Si mi corazón está apesadumbrado, una buena manera de mejorar mi estado de ánimo es abrir las cortinas para que la luz del sol entre. Los rayos dorados me recuerdan el fulgor de Dios en mi corazón. La energía divina ilumina mi estado de ánimo, y mi esperanza se aviva. En vez de preocuparme, descanso en la presencia serena de Dios.
Al alinearme más profundamente con la paz de Dios, siento que una sensación de alivio me baña. Mi entusiasmo hace a un lado cualquier ansiedad. Me niego a perder tiempo preocupándome. Por el contrario, pongo mi confianza en la vida divina en mí. Dejo ir y dejo a Dios actuar. Elijo la esperanza y no la preocupación, la fe y no la duda. ¡Elijo confiar en Dios!
Por lo tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo.—Mateo 6:25 | | | |
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Dios es mi fuente de paz y consuelo.
Vivir plenamente incluye aceptar esas experiencias que me sacan de mi zona de comodidad. Puede que esté comenzando algo nuevo en mi vida o solucionando desavenencias en una relación personal. Tal vez esté pasando por cambios en mi trabajo o enfrentando dificultades financieras o de salud.
A pesar de lo que enfrente, no me siento ansioso. En vez de ello, me dirijo a mi interior y me mantengo receptivo —en mente, cuerpo y espíritu— a la sabiduría edificante y siempre presente de Dios. Sé que sin importar mis circunstancias, la seguridad y el amor divinos permanecen conmigo a cada paso del camino. Acojo la guía clara y continua que el Espíritu me ofrece. Sé lo que debo hacer y cuándo hacerlo. Encuentro paz y consuelo en Dios.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. La aurora nos visitó desde lo alto.—Lucas 1:78 | | | |
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Mis acciones armoniosas inspiran paz.
No estoy solo. Soy parte de una comunidad mundial, y de mí depende propiciar la paz y esparcir bondad. Busco maneras de marcar la pauta en mi hogar, comunidad y medio ambiente. Aprovecho cada oportunidad de demostrar compasión y comprensión. Mis acciones tienen un impacto directo en quienes están a mi alrededor y en el mundo.
El amor de Dios en mí es mi guía en todo lo que hago. Compartir pensamientos y acciones positivos crea ondas que se expanden para rodear al mundo. A la larga, la buena voluntad que ofrezco regresará a mí, bendiciendo mi mundo de múltiples maneras.
Continúo brindando amor y bondad y expresando paz y compasión, sabiendo que mis acciones armoniosas cimentarán la paz.
Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu.—Efesios 6:18 | | | |
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La vida divina infunde cada célula de mi ser.
Mi cuerpo es una manifestación física de lo Divino. Doy gracias por todas sus funciones, y le envío bendiciones desde la cabeza hasta los pies. Afirmar salud estimula la vida divina en cada célula de mi ser.
Durante mis ratos de meditación, reflexiono acerca de la energía de vida espiritual que circula por mis venas con cada latido de mi corazón.
Como una luz que se enciende desde lo interno, siento el resplandor cálido y bendito que irradia de mí. Cada célula, órgano y sistema que compone mi ser físico está siendo renovado y restaurado por una energía de vida sanadora. Ahora mismo, aquí donde estoy, soy sano y completo.
Le rogaban que los dejara tocar al menos el borde de su manto. ¡Y todos los que lo tocaban quedaban sanos!—Mateo 14:35-36 | | | |
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