El inconsciente, un aliado muy rápido
El inconsciente es uno de los pilares fundamentales de la teoría de Sigmund Freud. Se ha introducido en nuestro vocabulario pasando a ser un concepto cotidiano, quizás por que nos permite echar las culpas a otro, porque nos sirve como disculpa ante algunos errores cometidos. Este inconsciente, un tanto tenebroso que nos mostraba la teoría psicoanalítica, poseedor de nuestras pulsiones más inconfesables, está dando paso a otra idea muy distinta a través de los últimos estudios, tanto de la neurología como de la psicología.
Cada uno de nosotros somos conscientes de su existencia, aunque únicamente nos lleguen sus resultados. Por ejemplo: si queremos encontrar algo que hemos perdido y por más que lo buscamos no lo encontramos, si somos capaces de relajarnos y dejar trabajar al inconsciente, como por arte de magia llega a nuestra mente un mensaje nítido que nos dice dónde está eso que estábamos buscando. Esa información es cosa el inconsciente.
Dos formas de trabajar con la información: el consciente y el inconsciente
Una de las diferencias más notorias entre ambos es la velocidad. Digamos que, aproximadamente, necesitaríamos unos 4 años de nuestra vida si usáramos el consciente para realizar las comparaciones que el inconsciente es capaz de analizar en aproximadamente 10 minutos.
Es un gran aliado a la hora de tomar decisiones, ya que puede movilizar grandes cantidades de información permitiendo que podamos decidir en función de múltiples criterios. Además, nos permite realizar tareas complejas de forma fácil, como conducir, leer, comunicarnos…. También ayuda a controlar nuestras emociones y a distinguir las emociones de los que nos rodean.
Cada vez estamos más seguros de que la mayoría de las cosas que hacemos a lo largo del día son tarea del inconsciente. Esta afirmación nos puede dar un poco de vértigo… y, entonces, ¿Qué pasa con la consciencia, con la libertad de elección? Sería bueno que nos tranquilizarnos, todo lo que quedó almacenado en el inconciente pasó antes por el consciente; es parte de nuestra experiencia y de nuestra forma de hacer y vivir la vida.
Son conocimientos que se introdujeron dentro de este formato porque así son de mayor utilidad; ¡Que sería de nosotros si tuviéramos que pensar todas las cosas que hacemos! Prueba, si quieres, con alguna tarea elemental y verás lo torpes que nos volvemos: intenta subir una escalera pensando lo que haces y cómo lo haces.
El inconciente es un buen aliado. Lo que nos da miedo es que no sabemos cómo elabora la información, solo podemos recibir su trabajo una vez terminado, y es muy posible que ese deseo de control que nos domina, sea el que nos ofusca ante su proceder.
Sería adecuado no olvidar que se limita a darnos la información elaborada, luego, nosotros, tenemos la potestad de usarla o no. Si tomamos conciencia de su utilidad y nos damos cuenta de que es un extraordinario aliado, empezaremos a confiar en sus capacidades y la cooperación cada vez será más productiva y sólida, facilitando así el éxito en nuestros objetivos.
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