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2-DESCORRIENDO VELOS
Transitar la vida es navegar los cambios
La vida es una sucesión de cambios. De todos los tamaños y colores son los cambios los que llenan el menú que se ofrece al paladar de la vida. Anhelados o temidos, buscados o evitados, conseguidos con gran esfuerzo o por la varita mágica de algún hada buena, enraizados o evaporados por obra y gracia del destino, los cambios son compañeros ineludibles de ruta en el transitar humano. Lejos de ser una abstracción, los cambios hacen gozar y sufrir, clavan sus uñas o acarician gozosamente pero jamás son inocuos. Así como la vida se alimenta del tiempo, el tiempo se hace presente en los cambios. Vida, tiempo y cambio conforman un triángulo inseparable: se necesitan, se aman y se consumen mutuamente.
Los seres humanos, envueltos en sus paradojas, suelen acelerar las etapas de la vida con la misma energía con la que luego intentan frenarlas: en la infancia, corren en pos de los cambios para acceder a lo que hace ilusión pero aún no se tiene, no se conoce y no se disfruta. En la adultez, buscan barreras que frenen los cambios por temor a perder lo que se consiguió, envueltos a menudo en un manto de añoranzas del pasado que "ya fue", retaceando así la posibilidad de aprehender el presente que "está siendo". Desde épocas inmemoriales, muchos seres humanos intentaron a mitad de la partida- es decir, en la edad media de la vida- cambiar de cartas y, sobre todo, de reglas, cayendo a menudo en una desesperada carrera perdida desde el comienzo: una carrera contra el tiempo, con la que se busca eternizar un presente ilusorio. Al desear frenar el tiempo que fluye irremediablemente, muchos seres humanos pierden en el intento lo más genuino de sí mismos: el orgullo de ser lo que son y, por encima de todo, la paz interior para disfrutar de aquello de lo que aún disponen.
Autor: Clara Coria. Primera Parte: Otra vida es posible en la edad media de la vida.
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