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~♥~ Relatos de Robert Fisher~♥~: 5- "EL CASTILLO DEL SILENCIO".
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Graci  (Mensaje original) Enviado: 10/06/2009 05:12
 

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EL CASTILLO DEL SILENCIO

Abandonado a su suerte, el caballero asomo la cabeza por la puerta del castillo. Las rodillas le temblaban ligeramente, por lo que producía un ruido metálico a causa de su armadura. Como no quería parecer una gallina frente a una paloma, en caso de que Rebecca pudiera verle, reunió fuerzas y entro valientemente, cerrando la puerta a sus espaldas.
Por un momento deseo no haber dejado atrás su espada, pero Merlín le había prometido que no tendría que matar dragones, y el caballero confiaba plenamente en el mago.
Entro en la enorme antesala del castillo y miro a su alrededor. Solo vio el fuego que ardía en una enorme chimenea de piedra en uno de los muros y tres alfombras en el suelo. Se sentó en la alfombra mas cercana al fuego.
El caballero pronto se dio cuenta de dos cosas: primero, parecía no haber ninguna puerta que lo condujera fuera de la habitación, hacia otras áreas del castillo. Segundo, había un extraordinario y aterrador silencio. Se sobresalto al notar que el fuego ni siquiera chasqueaba. El caballero pensaba que su castillo era silencioso, especialmente en las épocas en que Julieta no le hablaba durante dias, pero aquello no era nada comparado con esto. El castillo del silencio hacia honor a su nombre, penso. Jamas en su vida se había sentido tan solo.
De repente, el caballero se sobresalto por el sonido de una voz familiar a sus espaldas.
-Hola, caballero.
El caballero se giro y se sorprendió al ver al rey aproximarse desde una esquina lejana de la habitación.
-Rey!- dijo con la voz entrecortada -Ni siquiera os había visto. Que estáis haciendo aquí?
-Lo mismo que vos, caballero: buscando la puerta.
El caballero miro a su alrededor otra vez.
-No veo ninguna puerta.
-Uno no puede ver realmente hasta que comprende- dijo el rey. -Cuando comprendáis lo que hay en esta habitación, podréis ver la puerta que conduce a la siguiente.
-Definitivamente, eso espero, rey- dijo el caballero. -Me sorprende veros aquí. Había oído que estabais en una cruzada.
-Eso es lo que dicen siempre que viajo por el sendero de la verdad- explico el rey. -Mis súbditos lo entienden mejor asi.
El caballero parecía perplejo.
-Todo el mundo entiende las cruzadas- dijo el rey -pero muy pocos comprenden la verdad.
-Si- asintió el caballero. -Yo mismo no estaría en este sendero si no estuviera atrapado en esta armadura.
-La mayoría de la gente esta atrapada en su armadura- declaro el rey.
-Qué queréis decir?- pregunto el caballero.
-Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir.
-Nunca pense que vos estuvierais atrapado, rey. Sois tan sabio...- dijo el caballero.
El rey soltó una carcajada.
-Soy lo suficientemente sabio como para saber cuando estoy atrapado, y también para regresar aquí para aprender mas de mi mismo.
El caballero estaba entusiasmado, pensando que quizás el rey podría mostrarle el camino.
-Decidme- dijo el caballero, su rostro iluminado, -podríamos atravesar el castillo juntos? Asi no seria tan solitario...
El rey negó con la cabeza.
-Una vez lo intente. Es verdad que mis compañeras y yo no nos sentíamos solos porque hablábamos constantemente, pero cuando uno habla es imposible ver la puerta de salida de esta habitación.
-Quizá podríamos limitarnos a caminar juntos, sin hablar- sugirió el caballero. No le apetecía mucho tener que caminar solo por el castillo del silencio.
El rey volvió a negar con la cabeza, esta vez con mas fuerza.
-No, también lo intente. Hizo que el vacío fuera menos doloroso, pero tampoco pude ver la puerta de salida.
El caballero protesto.
-Pero si no estabais hablando...
-Permanecer en silencio es algo mas que no hablar- dijo el rey. -Descubrí que, cuando estaba con alguien, mostraba solo mi mejor imagen. No dejaba caer mis barreras, de manera que ni yo ni la otra persona podíamos ver lo que yo intentaba esconder.
-No lo capto- dijo el caballero.
-Lo comprenderéis- replico el rey -cuando hayáis permanecido aquí el tiempo suficiente. Uno debe estar solo para poder dejar caer su armadura.
El caballero estaba desesperado.
-No quiero quedarme aquí solo!- exclamo, golpeando el duelo con el pie, y dejándolo caer involuntariamente sobre el pie del rey.
El rey grito de dolor y comenzó a dar saltos.
El caballero estaba horrorizado! Primero al herrero; ahora al rey.
-Perdonad señor- dijo, disculpándose.
El rey acaricio su pie con suavidad.
-Oh, bueno. Esa armadura os hace mas daño a vos que a mi- luego, miro al caballero con expresión sabia. -Comprendo que no queráis quedaros solo en el castillo. Yo tampoco lo deseaba las primeras veces que estuve aquí, pero ahora me doy cuenta de que lo que uno ha de hacer aquí, lo ha de hacer sólo-. Dicho esto, se alejo cojeando al tiempo que decía: -ahora debo irme.
Perplejo, el caballero pregunto:
-Adónde vais? La puerta esta por aquí.
-Esa puerta es solo de entrada. La puerta que lleva a la siguiente habitación esta en la pared mas lejana. La vi, por fin, cuando vos entrabais- dijo el rey.
-Qué queréis decir con que por fin la visteis? No recordabais donde estaba, de las otras veces que estuvisteis aquí?- pregunto el caballero, sin comprender por que el rey continuaba viniendo.
-Uno nunca acaba de viajar por el sendero de la verdad. Cada vez que vengo, a medida que voy comprendiendo cada vez mas, encuentro nuevas puertas-. El rey se despidió con la mano. -Trataos bien, amigo mio.
-Aguardad, por favor!- le suplico el caballero.
El rey se volvió y le miro con compasión.
-Si?
El caballero, que no podía hacer que tambalease la resolución del rey, pidió:
-Hay algún consejo que me podáis dar antes de iros?
El rey lo penso un momento, luego respondió:
-Éste es un nuevo tipo de cruzada para vos, querido caballero: una que requiere mas coraje que todas las otras batallas que habéis conocido antes. Si lográis reunir las fuerzas necesarias y quedaros para hacer lo que tenéis que hacer aquí, será vuestra mayor victoria.
Dicho esto, el rey se giro y, estirando el brazo como para abrir una puerta, desapareció en la pared, dejando perplejo al caballero.
El caballero corrió al sitio donde había estado el rey, esperando que, de cerca, también podría ver la puerta. Al encontrar tan solo lo que parecía ser una pared sólida, comenzó a caminar por toda la habitación. Lo único que el caballero podía oír era el sonido de su armadura resonando por todo el castillo.
Después de un rato, se sentía mas deprimido que nunca. Para animarse, canto un par de canciones de batalla: Estare contigo para llevarte a una cruzada, cariño y dondequiera que deje mi yelmo, esa será mi casa. Las canto una y otra vez.
A medida que su voz se fue cansando, la quietud comenzó a ahogar su canto, envolviéndolo en el silencio más absoluto. Solo entonces pudo el caballero admitir francamente algo que ya sabia: tenia miedo de estar solo.
En ese momento, vio una puerta en la parte más lejana de la habitación. Fue hasta ella, la abrió lentamente y entro en otra habitación. Esta otra sala se parecía mucho a la anterior, solo que era más pequeña. También esta estaba vacía de todo sonido.
Para pasar el tiempo, el caballero comenzó a hablar consigo mismo. Decía cualquier cosa que le venia a la mente. Hablo de cómo era de pequeño y de que manera era diferente de los otros niños que conocía. Mientras cazaban codornices y jugaban a "ponle la cola al burro", el se quedaba en casa y leía. Como en aquel entonces los libros eran manuscritos por los monjes, había pocos y, muy pronto, los hubo leído todos. Fue entonces cuando comenzó a hablar con todo aquel que pasaba delante de el. Cuando no había con quien hablar, hablaba consigo mismo, igual que ahora. Se encontró diciendo que había hablado toda su vida para evitar sentirse solo.
El caballero penso profundamente sobre esto hasta que el sonido de su propia voz rompió el aterrador silencio.
-Supongo que siempre he tenido miedo de estar solo.
Mientras pronunciaba estas palabras, otra puerta se hizo visible. El caballero la abrió y entro en la siguiente habitación. Era más pequeña aun que la anterior.
Se sentó en el suelo y continuo pensando, al poco rato, le vino el pensamiento de que durante toda su vida había perdido el tiempo hablando de lo que había hecho y de lo que iba a hacer. Nunca había disfrutado de lo que pasaba en el momento. Y entonces apareció otra puerta. Llevaba a una habitación aun mas pequeña que las anteriores.
Animado por su progreso, el caballero hizo algo que nunca antes había hecho. Se quedo quieto y escucho el silencio. Se dio cuenta de que, durante la mayor parte de su vida, no había escuchado realmente a nadie ni a nada. El sonido del viento, de la lluvia, el sonido del agua que corre por los arroyos, habían estado siempre ahí, pero en realidad nunca los había oído. Tampoco había oído a Julieta, cuando ella intentaba decirle como se sentía; especialmente cuando estaba triste. Le hacia recordar que el también estaba triste. De hecho, una de4 las razones por las que había decidido dejarse la armadura puesta todo el tiempo era porque asi ahogaba la triste voz de Julieta. Todo lo que tenia que hacer era bajar la visera y ya no la oía.
Julieta debía de haberse sentido muy sola hablando con un hombre envuelto en acero; tan sola como el se había sentido en esta lúgubre habitación. Su propio dolor y su soledad afloraron. Comenzó a sentir el dolor y la soledad de Julieta también. Durante años, la había obligado a vivir en un castillo de silencio. Se puso a llorar.
El caballero lloro tanto que las lagrimas se derramaron por los agujeros de la visera y empaparon la alfombra que había debajo de el. Las lagrimas fluyeron hacia la chimenea y apagaron el fuego. En realidad, toda la habitación había empezado a inundarse, y el caballero se hubiera ahogado si no fuera porque en ese preciso instante apareció otra puerta.
Aunque estaba exhausto por el diluvio, se arrastro hasta la puerta, la abrió y entro en una habitación que no era mucho mayor que el establo de su caballo.
-Me pregunto por que las habitaciones son cada vez más pequeñas- dijo en voz alta.
Una voz replico:
-Porque os estáis acercando a vos mismo.
Sobresaltado, el caballero miro a su alrededor. Estaba solo, o eso había creído. Quién había hablado?
-Tu has hablado- dijo la voz como respuesta a su pensamiento.
La voz parecía venir de dentro de sí mismo. Era eso posible?
-Si, es posible- respondió la voz. -Soy tu yo verdadero.
-Pero si yo soy mi yo verdadero- protesto el caballero.
-Mírate- pronuncio la voz con ligera aversión, - ahí sentado medio muerto, dentro de ese montón de lata, con la visera oxidada y la barba hecha una sopa. Si tu eres tu verdadero yo, los dos estamos en problemas!
-Ahora óyeme tú a mí- dijo el caballero. -He vivido todos estos años sin oír ni una palabra sobre ti. Ahora que oigo, lo primero que me dices es que eres mi verdadero yo. Por que no me habías hablado antes?
-He estado aquí durante años- replico la voz, -pero esta es la primera vez que estas lo suficientemente silencioso como para oírme.
El caballero dudo.
-Si tu eres mi verdadero yo, entonces, por favor, dime, quien soy yo?
La voz replico amablemente:
-No puedes pretender aprender todo de golpe. Por que no te vas a dormir?
-Esta bien- dijo el caballero, -Pero antes, quiero saber como debo llamarte.
-Llamarme?- pregunto la voz, perpleja, -Pero si yo soy tu!
-No puedo llamarte yo. Me confunde.
-Esta bien. Llámame Sam.
-Por que Sam?
-Y por que no?- fue la respuesta.
-Tienes que conocer a Merlín- dijo el caballero, empezando a cabecear de cansancio. Luego se le cerraron los ojos mientras se sumergía en un profundo y dulce sueño.
Cuando despertó, no sabia donde estaba. Tan solo era consciente de sí mismo. El resto del mundo parecía haberse desvanecido. A medida que se fue despertando, el caballero se fue dando cuenta de que Ardilla y Rebecca estaban sentadas sobre su pecho.
-Cómo habéis entrado aquí?- pregunto.
Ardilla rió.
-No estamos ahí.
-Vos estáis aquí- arrulló Rebecca.
El caballero abrió mas los ojos y se sentó. Miro a su alrededor sorprendido. Sin lugar a dudas, se encontraba sentado sobre el sendero de la verdad, al otro lado del castillo del silencio.
-Cómo salí de allí?- pregunto.
Rebecca le respondió:
-De la única manera posible. Pensando.
-Lo ultimo que recuerdo- dijo el caballero -es que estaba hablando con...- Aquí se detuvo. Quería contarles a Rebecca y Ardilla acerca de Sam, pero no era fácil de explicar. Además, podía habérselo imaginado todo. Tenia mucho que pensar. El caballero se rasco la cabeza, pero tardo un momento en darse cuenta de que en realidad estaba rascando su propia piel. Se llevo las dos manos envueltas en acero a la cabeza. Su yelmo había desaparecido! Se toco la cara y la larga barba. -Ardilla! Rebecca!- grito.
-Ya lo sabemos- dijeron en un alegre unísono. -Habéis debido llorar otra vez en el castillo del silencio.
-Lo hice- replico el caballero. -Pero, como puede haberse oxidado todo un yelmo en una noche?
Los animales rieron con estrépito. Rebecca yacía sin aliento, dando aletazos contar el suelo. Al caballero le pareció que estaba fuera de sus pajarillos. Exigió que le hicieran saber que era tan gracioso.
Ardilla fue la primera en recuperar el aliento.
-No estuvisteis solo una noche en el castillo.
-Entonces, durante cuanto tiempo?
-Y si os dijera que mientras estabais ahí dentro pude haber recogido fácilmente mas de cinco mil nueces?
-Diría que estáis loca!- exclamo el caballero.
-Pues permanecisteis en el castillo durante mucho tiempo- afirmo Rebecca.
El caballero dejo caer la mandíbula incrédulo. Miro hacia al cielo y, con una resonante voz, dijo:
-Merlín, debo hablar con vos.
Como había prometido, el mago apareció inmediatamente. Iba desnudo, a excepción de su larga barba, y estaba completamente mojado. Parecía que el caballero le había cogido mientras tomaba un baño.
-Lamento la intrusión- dijo el caballero, -pero era una urgencia. Yo...
-No hay problema- dijo Merlín, interrumpiéndolo. -Los magos somos molestados a menudo-. Se sacudió el agua de la barba.
-Respondiendo a vuestra pregunta, he de deciros que es verdad. Permanecisteis en el castillo del silencio por un largo tiempo.
Merlín no dejaba de sorprender al caballero.
-Cómo sabíais lo que quería preguntaros?
-Cómo me conozco, puedo conoceros. Somos todos parte el uno del otro.
El caballero penso un momento.
-Estoy empezando a entender. He podido comprender que el dolor de Julieta porque soy parte de ella?
-Si- respondió Merlín. -Por eso pudisteis llorar por ella y por vos mismo. Fue la primera vez que derramasteis lagrimas por otra persona.
El caballero le dijo a Merlín que se sentía orgulloso. El mago sonrío infulgente.
-Uno no debe sentirse orgullosos por ser humano. Tiene tan poco sentido como que Rebecca se sintiera orgullosa por poder volar. Rebecca nació con alas. Vos nacisteis con un corazón, y ahora lo estáis utilizando, como es natural.
-Realmente sabéis como desanimar a un amigo, Merlín.
-No era mi intención ser duro con vos. Lo estáis haciendo bien, de no ser asi, no hubieras conocido a Sam.
El caballero se sintió aliviado.
-Entonces, lo oí realmente? No fue solo mi imaginación?
Merlín soltó una risita ahogada.
-No, Sam es real. De hecho, es un yo mas real que el que habéis llamado yo durante todos estos años. No os estáis volviendo loco. Simplemente, estáis empezando a oír a vuestro yo verdadero. Por esa razón el tiempo transcurrió sin que os dierais cuenta.
-No lo comprendo- dijo el caballero.
-Comprenderéis cuando hayáis pasado por el castillo del conocimiento.
Antes de que el caballero pudiera hacer mas preguntas, Merlín desapareció.

MELODY



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