¿Tienes dificultades para perdonar?.
Por el Ing. Claudio R. Valerio
Dependiendo del daño hecho, es mayor o menor la dificultad para perdonar a una persona que nos ha hecho algo malo: la muerte de un familiar por un accidente provocado por un tercero, la ruptura de una relación por la llegada de un tercero, peleas por tenencias, dinero, ideologías, etc…
Toda situación tiene su grado de dificultad y por supuesto, toda persona tiene diferente capacidad y grandeza de corazón, para ponerse en los zapatos del otro y entender que eso tan terrible que el otro hizo, lo puede cometer cualquiera.
Para el proceso del perdón, también depende mucho si la persona que nos hizo el daño, lo hizo con intención o bien, si fue un accidente o fue algo circunstancial en la vida. Si el motivo fue el segundo, es más probable que se trate de rencor –compartido entre la persona que hizo el daño, o rencor hacia la vida misma-, o simple furia y tristeza mal encausadas.
Tal es el caso, como ejemplo, de la película "Señales", interpretada por Mel Gibson, donde él es un sacerdote que enviudó a causa de que, un vecino se quedó dormido al volante y atropelló a la esposa.
En una etapa dura, la persona puede concentrarse en el aspecto negativo de la situación, como la irresponsabilidad del conductor por manejar desvelado; pero en otra circunstancia, se pudiera entender que claramente no fue su intención y que tal vez tiene un trabajo agotador o con un horario anormal.
Una frase famosa en Argentina es la típica de "yo perdono pero jamás olvido": yo me pregunto qué tan cierta o buena puede ser esta frase, ya que si perdonas, es un hecho que nunca olvidarás lo que te dejó honda huella, pero olvidas en el sentido de que puedes tratar a la persona que te hizo el daño, igual a como la tratabas antes del suceso inesperado.
Al no perdonar, la única persona que continúa perdiendo es uno mismo; no sólo queda el daño hecho en el pasado, sino continúa manifestándose en el presente, a través de rencor y mala salud.
Perdonar implica liberarse del pasado: que él, no controle la vida, los actos y los sentimientos; que no ocupe el cien por ciento de nuestra mente y que no se le permita vivir para siempre en la mente.
No es arbitrario que cada vez que pensemos negativamente en una persona que nos hizo daño, los pensamientos se combinen con efectos bioquímicos en nuestro cuerpo y se de una cuasi "adicción" o hábito a pensar así, por lo que es fácil caer en un círculo vicioso de dolor y ofensa.
|