EL PLAN CÓSMICO
21- Jesús, El Hombre
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Jesús fue una persona de nuestro planeta, no un extraterrestre, más bien un terrestre extra, que a través de múltiples encarnaciones alcanzó un alto nivel de evolución. Ya no necesitaba encarnar, sin embargo, por amor a la humanidad aceptó volver, como el "Maitreya" o Buda de la compasión, para compartir su iluminación y guiar a la humanidad hacia la paz y la verdadera felicidad del amor y servicio.
Era muy importante que alguien de ese nivel viniese y nos recordara la gran expectativa a nivel cósmico que pesa sobre nuestro planeta. Por ello él vino una vez más, dejando atrás su lugar como Gran Señor de Shambhalla, ya que se encontraba espiritualmente dirigiendo a la Gran Hermandad Blanca de la Tierra en el intramundo.
Jesús era un ser humano extraordinario que progresó con gran esfuerzo a través de sus diversas existencias en nuestro planeta. El Mesías llegó al nivel de no sólo aceptar volver, sino prepararse para sufrir en carne propia lo que es la purificación planetaria mediante pruebas muy duras en lo material, moral, psíquico y espiritual. Las máximas pruebas a las que estuvo sujeto se canalizaron por medio de la inconciencia, la incomprensión, el egoísmo, la ignorancia y la necedad de los demás, que en resumen no es otra cosa que el miedo al cambio y la transformación. Pero sólo así se podía sacar a la humanidad del error y hacerles recordar su responsabilidad colectiva, mostrando como alternativa el ejemplo de compresión y de amor sintetizados en el perdón, que llega a ser una fuerza tal, que supera incluso la muerte física y da poder espiritual sobre la materia.
Él tenía que conmover a otros iniciando una reacción en cadena de espiritualidad, motivándonos con su ejemplo y actitud a intentarlo también, trascendiendo los esquemas y prejuicios, los dogmas y todo aquello que resta libertad a la mente, al alma y al corazón. Además la vida de Jesús fue una lección de sencilla y práctica espiritualidad, en donde la enseñanza más profunda fue recordarnos nuestro lugar; aquel sitial que nos ha sido asignado por las Jerarquías en el Plan Cósmico.
La Tierra, como ya sabemos, se encuentra en un tiempo alterno respecto al Real Tiempo del Universo, por lo cual, la presencia de Jesús o también llamado el Señor del Tiempo, por su dominio y autoridad sobre la cuarta dimensión, producto de su avance espiritual, permitió comenzar a reconectar los dos tiempos, asegurando con ello una continuidad en el proceso, ya que los acontecimientos presentados en nuestro mundo estaban complicándose cada vez más, escapando de cualquier control u orientación posible de parte de los extraterrestres vigilantes. Así las posibilidades de un reencuentro disminuían lo que podría ocasionar una paradoja espacio-temporal que llevaría a la inmediata supresión del tiempo y proceso terrestre. De ahí que en los planos elevados se solicitara un voluntario para encarnar como misión a la humanidad, al Plan y a la conexión cósmica, señalando el camino a seguirse. Y ése fue el real ser de Jesús.
María, la Virgen
María era un espíritu nuevo, condensado de lo más precioso del estanque cósmico donde se destilan las energías de los reinos de la naturaleza para constituir un espíritu o esencia humana ; una síntesis del espíritu planetario; alguien que por su elevada fuerza y sencillez estuviera dispuesta humildemente a aceptar ser parte de los designios de lo Alto. María, simbólica y efectivamente, representó la parte femenina, incorporando en ella la energía y el espíritu planetario que se expresa en la naturaleza o en lo que llamamos "la Madre Tierra". Ella representó la Tierra, y Jesús al Cielo o al Cosmos, porque él se preparó durante una buena parte de su última existencia material para incorporar a lo largo de los tres años de vida pública a un ser de otra dimensión; una entidad exterior con quien coexistió durante la parte final de su vida misionera. Y luego, esa misma entidad lo dejó solo delante la prueba en el momento de la cruz, para que sellara su misión por propio mérito.
El caso de María, la Virgen, es, desde sus remotos antepasados y especialmente desde sus padres, Joaquín y Ana, también el de una persona programada. Sus padres, estériles, eran seres de un alto grado de conciencia y espiritualidad, que se comprometieron a crear las condiciones como para que viniera a través de ellos un ser especial que pudiera servir para un plan mayor. Por eso desde niña fue una virgen ofrecida y dedicada al templo, por lo que en su caso jamás tendría relaciones sexuales con algún hombre.
Tras la resurrección de Cristo, María fue el elemento cohesionador de toda la comunidad cristiana, y al morir fue elevada a dimensiones superiores, encarnando en otros planetas y volviendo en los últimos siglos en naves interdimensionales de la Confederación para guiar el despertar colectivo.
Pero volvamos a sus comienzos, diciendo que cuando José se desposó con ella, era un anciano y viudo. Tenía varios hijos, algunos de ellos mayores en edad que María. Él pertenecía a la tercer orden de los Esenios que la constituían los matrimonios, por lo cual tenía una formación religiosa muy profunda y aceptó, muy a pesar de las críticas de los sacerdotes esenios del templo, la solicitud y las recomendaciones de los aislados para que desposara a María bajo condiciones distintas a las usuales. Mas en el templo, una serie de sucesos paranormales, así como presencias angélicas llevaron a los sacerdotes a percibir que aquella niña había venido con una misión especial, por lo que su matrimonio lo aceptarían como sólo una apariencia, y que debía darse para protegerla hasta que se aclarara para lo que estaba destinada.
Por vía astral o de los sueños, José, hombre justo y sabio, fue advertido que el embarazo de María era algo programado desde lo Alto, por lo que su parte en el Plan era de darle cobijo, orientación y ayuda. Sólo así se podía dar cumplimiento a lo que estaba previsto. Entonces quedemos claros que más que un matrimonio, fue una suerte de adopción. Su embarazo se llevó a cabo por medio de una inseminación artificial a distancia disponible a través de una tecnología como para efectuar una transmisión electromagnética. Y reiterando su naturaleza humana, el semen utilizado correspondía a un banco de esperma que contenía los aportes de los más importantes representantes de la historia bíblica como Abraham, Isaac, Jacob y Moisés entre otros. De entre todos ellos se seleccionó uno adecuado, porque tenía que ser un cuerpo muy especial que resistiera esa entidad y energía que a través de él debía actuar.
Fuente: misionrahma.com
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