En sus cuarenta días de aislamiento en el desierto, durante los cuales ayunó y se preparó para lo que sería su misión pública, Jesús es tentado por los demonios, por las fuerzas oscuras del planeta que le dicen que si tiene hambre, por qué no convierte las piedras en panes, mas él les contesta que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra salida de la boca de Dios, dándoles a entender que uno puede dejar de comer, pero no de respirar, porque la Palabra es el aliento..., el aliento es la respiración.
Lo lleva a la cornisa del templo y le dice que se arroje, ya que si va a empezar una misión tan peligrosa como la que tiene programada, es mejor que sepa desde ya, qué tan cerca realmente está Dios de su vida. Jesús le contesta, "escrito está no tentarás al Señor, tu Dios". No le está diciendo, "no me tientes a mí, yo soy tu Dios", sino que no va a caer en el juego de tentar a Dios que le demuestre lo tan cerca que está de él.
Después lo lleva a lo alto de una montaña y mostrándole todo lo que tiene debajo, le dice que todo eso le dará si se postra a él y lo adora. Jesús vuelve a contestarle diciendo, "escrito está que sólo ante Dios te postrarás y sólo a Él adorarás". No le está diciendo "nooo, adórame a mí". Naturalmente esa era la respuesta de un ser como él que no iba a caer en el juego de la vanidad o de los egos, teniendo por ese entonces ya mucho más claro el rol al cual se había comprometido.
Miguel: El Resplandeciente que convivió con el Hijo del Hombre
No fue precisamente en el momento en que Juan lo bautizó en el río Jordán en que se incorporaría el Hijo de Dios en el Hijo del Hombre. Esto sucedería gradualmente después cuando comenzó a reunir a sus discípulos. Jesús brindó sus siete cuerpos para que en un octavo superior, un ser ultraterrestre procedente de la octava dimensión en adelante, contribuyera a marcar el camino de la humanidad.
El Cristo Cósmico señala a aquella entidad del Universo Mental que asumiendo su parte en el Plan, convivió los tres años de la vida pública de Jesús, con él y en él. Ese ser es aquel que todos conocemos como el Arcángel Miguel, uno de los Resplandecientes Padres Creadores de universos, que no es Dios, sino una manifestación de Él, como lo somos cada uno de nosotros también.
Además, para Jesús, por muy espiritual y evolucionado que fuera, naturalmente le resultaba difícil convivir con el conocimiento de la trama final de su existencia, por lo que esta entidad superior lo apoyó para que pudiera vivir con ese conocimiento y así poder enfrentarlo.
Antes, durante la etapa de preparación, Jesús tenía una idea de lo que sería su proceso, pero al iniciar su vida pública, llegó la información exacta y el detalle de cuanto le iba a acontecer. Era como una visión tenebrosa que producía una carga angustiosa excesivamente pesada. De allí la solidaridad manifestada en Miguel, quien también requería sentir esta dimensión y todo cuanto aquí se ha gestado. Recuerden que lo bueno y lo malo ha procedido de los mismos Padres Creadores Universo Mental , que por haberse acercado mucho a su creación, hoy se encuentran divididos y enfrentados.
El amor de ser vivenciado en su real dimensión y magnitud, es capaz de conectar universos paralelos y proyectarlo a uno mismo a dimensiones superiores, transformándolo. Esta conciencia se manifiesta también, cuando un ser eleva su vibración a tal punto, que despierta sus potencialidades, descubre su capacidad de actuar a través de sus siete cuerpos, de sus planos y de dimensiones de conciencia. Y siempre esa actuación es en función del servicio a los demás.
Durante sus tres años de vida pública, Jesús transmitió un mensaje de liberación a través del Amor y la Verdad. Hablaba que el Reino de los Cielos es un estado de conciencia al que se puede acceder por medio de la Voluntad y la Fe para sobrevivir a la muerte mediante una nueva alianza de lo eterno y lo interno