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Los resentimientos
Al tener un resentimiento
vamos matando
nuestra semilla de felicidad interna;
La palabra resentimiento viene
de re-sentir, es decir volver a
sentir intensamente una
y otra vez aquello que nos dolió;
es como si a diario tomáramos
una cucharadita de veneno
que nos va amargando y destruyendo
por dentro.
Es cierto que perdonar es difícil,
especialmente a nosotros mismos,
nos cuesta trabajo perdonar nuestros
errores y fracasos,
y lo peor es que ese resentimiento
lo proyectamos en los demás
por la vía de la agresividad,
la envidia y el mal humor.
Pero, como dice
José Luis Martín Descalzo,
"pasarse la vida dándole vueltas
a nuestros propios errores es señal de un
refinadísimo orgullo."
Cuando con serenidad nos aceptamos
a nosotros mismos,
y a la vez sabemos exigirnos y
sonreír ante nuestro propio espejo,
ya estamos bien preparados para
perdonar a los demás.
A final de cuentas, perdonar es
siempre la consecuencia de
comprender,
y como dice Graham Green,
"si conociéramos el último porqué
de las cosas,
tendríamos compasión hasta
de las estrellas".
Perdonar a veces sólo requiere
de una percepción distinta,
de que veamos las cosas bajo
otro lente: el del otro.
Cuando perdonamos nos quitamos
un gran peso de encima,
nos sentimos más ligeros,
libres y, sobre todo, en paz.
Es como reparar algo que estaba
roto,
nos ofrece un nuevo comienzo,
una nueva forma de vivir, nos vuelve
a despertar a la verdad
de nuestra bondad y nos hace
sentirnos dignos de amor.
(de mi correo)
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