Plegaria para la noche
Padre mío, ahora, que las voces se silenciaron,
y los clamores se apagaron,
aquí, al pie de la cama,
mi alma se eleva hasta a Ti para decirte:
Creo en Ti, espero en Ti,
te amo con todas mis fuerzas
Gloria a Ti, Señor.
Deposito en tus manos,
la fatiga y la lucha,
las alegrías y desencantos,
de este día que quedó atrás.
Si los silencios me traicionaron,
si los impulsos egoístas me dominaron,
si di entrada al rencor o a la tristeza,
perdón Señor, Ten piedad de mí
Si he sido infiel,
si pronuncié palabras vanas,
si me dejé llevar por la impaciencia,
si fui espina para alguien, perdón Señor.
No quiero esta noche entregarme al sueño,
sin sentir sobre mi alma,
la seguridad de Tu Misericordia,
Tu dulce Misericordia
enteramente gratuita, Señor.
Te doy gracias, Padre mío,
porque has sido la sombra fresca,
que me ha cobijado,
durante todo este día.
Te doy gracias porque
invisible, cariñoso, envolvente
me has cuidado como una madre, a lo largo de estas horas.
Señor, a mi derredor
ya todo es silencio y calma.
Envía el angel de la paz a esta casa.
Relaja mis nervios, sosiega mi espiritu,
suelta mis tensiones,
inunda mi ser de silencio y serenidad.
Vela sobre mí, Padre Querido,
mientras me entrego confiado al sueño,
como un niño, que duerme feliz en Tus brazos.
En tu nombre, Señor,
Descansaré tranquilo.
Así sea.
(cf. Encuentro, Padre Ignacio Larrañaga)
Enviado a mi correo por una amiga