Estoy siempre ansiosa de conocer a una persona que sea, en verdad, un ser espiritual, dotada de fuerzas ilimitas, increíble sabiduría y abundante creatividad.
Pues bien, basta con mirar mi propia imagen en el espejo para ver a esa persona. Basta con escuchar mi propia voz para oír a esa persona, basta llevar mi mano a la cara para tocarla.
Yo soy la gloriosa creación de Dios y porque lo soy, el poder del Todopoderoso responde a mi llamado y la inteligencia del Universo corre en mi ayuda. Tengo dentro de mí todo el amor y el consuelo que pueda desear. Pero hay más.
Si alguna vez olvido lo que soy, observo y escucho, pues Dios obra de maneras misteriosas y magníficas para hacerme saber de mi carácter sagrado y el de toda la creación
Compartiò Graciela Baquerizo Adum
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