El Mito del Llanero Solitario
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No existen los Rambos que derrotan solos,
a un ejército hostil.
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Escrito por Dr.John C.Maxwell
Incluso
el Llanero Solitario no fue, en realidad,
un solitario. ¡Adónde iba, iba con su amigo Toro!
Jamás alcanzó nada de relevancia una
persona que actúa por sí sola.
Incluso Albert Einstein, el científico que
revolucionó el mundo con su Teoría de
la Relatividad, no trabajó en aislamiento.
De lo que debía a otros, en cierta ocasión
Einstein dijo: «Muchas veces en el día me
doy cuenta de cuánto mi propia vida
externa e interna se levanta sobre el trabajo
de los colegas, tanto vivos como muertos
y con cuántas ansias debo esforzarme
para retribuir tanto como he recibido».
La historia de los Estados Unidos, como la
de los demás países, está marcada por los
logros de muchos dirigentes firmes y personas
innovadoras que se arriesgaron.
Pero esas personas siempre fueron parte de
un equipo.
Un proverbio chino dice que «detrás de un
hombre talentoso, siempre hay otro hombre
talentoso».
La verdad es que en el corazón de toda
gran conquista hay un equipo. La cuestión no
es si los equipos son importantes, sino si
reconocemos que lo son y nos esforzamos por
llegar a ser los mejores miembros del equipo.
Por eso es que yo digo que uno es demasiado
pequeño como para pretender hacer grandes
cosas. Solo, usted no puede hacer nada
realmente importante.
Esa es la ley de lo trascendental.
Lo desafío a que piense en un solo hecho de
verdadera trascendencia en la historia de la
humanidad que haya sido llevado a cabo
por un ser humano solo. No importa lo que
usted nombre, siempre encontrará que
involucrado en tal cosa, ha estado un equipo.
Por eso fue que el Presidente Lyndon Johnson
afirmó: «No hay problema que no podamos
resolver juntos, y muy pocos que podamos
resolver por nosotros mismos»
C. Gene Wilkes, en su libro Jesus on Leadership ,
dice que el poder de los equipos no es evidente
solo en el mundo moderno de los negocios
sino que hay toda una historia que halla su
ilustración en la Escritura. Lo explica así:
• Los equipos hacen participar a más gente, lo
cual proporciona más recursos, ideas y energía
que cuando se trata de una sola persona.
• Los equipos elevan el potencial del líder y
atenúan sus debilidades. En los individuos,
lo fuerte y lo débil están más expuestos.
• Los equipos proveen múltiples perspectivas
sobre cómo satisfacer una necesidad o
alcanzar una meta ya que intentan diversas
alternativas para cada situación. Los recursos
del individuo para hacer frente a un problema
rara vez son tan amplios y eficaces como los
de un grupo.
• Los equipos comparten los créditos por las
victorias y las responsabilidades por las derrotas.
Esto favorece la humildad genuina y la
comunidad auténtica. Los individuos ganan
las alabanzas y sufren las derrotas solos.
Esto favorece el orgullo y a veces permite que
se desarrolle un sentimiento de fracaso.
• Los equipos hacen que los líderes den cuenta
de las metas. Las personas que trabajan solas
pueden cambiar las metas sin mayor
responsabilidad.
• Los equipos pueden simplemente hacer más
que una persona sola.
Si usted quiere desarrollar todo su potencial
o lanzarse a una tarea aparentemente imposible
(tal como comunicar su mensaje 2000 años
después que se haya ido),
necesita transformarse en miembro de un
equipo. Esta puede ser una frase hecha,
pero no deja de ser una gran verdad:
Los juegos los juegan los individuos, pero los
campeones son los equipos.
¿Por qué permanecemos solos?
A pesar de todo lo que sabemos sobre el
potencial de los equipos, ¿por qué será que
hay personas que insisten en hacer
las cosas solas?
Creo que las razones son varias:
1. El ego
Pocas personas están dispuestas a admitir
que no lo pueden hacer todo, pero esa es
la realidad de la vida. Los superhombres
o las supermujeres no existen.
Kerry Walls, uno de los miembros de mi equipo
en el Grupo INJOY dice: «Hacer girar más
platos sobre una varilla no aumenta su talento
sino que aumenta su probabilidad de que
se le caiga alguno». Por eso, la pregunta no
es si usted puede o no hacer algo, sino
cuánto tiempo le tomará darse cuenta que
no puede. Los equipos de trabajo surgen
cuando usted empieza a pensar en
«nosotros» en lugar de en «mí».
El filántropo Andrew Carnegie comentó:
«Es un gran paso adelante en su desarrollo
cuando usted acepta que otras personas
pueden ayudarle a hacer un mejor trabajo del
que podría hacer solo». Si quiere hacer algo
realmente grande, entonces despójese de
su ego y dispóngase a ser parte de un equipo.
2. Inseguridad
En mi trabajo con líderes he encontrado que
una de las razones por la que muchos individuos
no promueven el trabajo en equipo es porque
se sienten amenazados por los demás.
Es probable que el estadista florentino del
siglo dieciséis, Nicolás Maquiavelo, haya
llegado a la misma conclusión, lo que lo llevó
a escribir: «El primer método para medir la
inteligencia de un gobernante es observar las
personas que le rodean». Yo creo que es la
inseguridad, más que un juicio deficiente o
la falta de inteligencia, la que hace que los
líderes con frecuencia se rodeen de gente débil.
Como lo digo en Las 21 leyes incuestionables
del liderazgo, solo los líderes seguros otorgan
poder a otros. Esta es la ley de la capacitación.
Por otro lado, por lo general los líderes inseguros
no forman equipos. Casi siempre, esto ocurre
debido a dos razones: o necesitan mantener
el control de todo lo que se ha puesto bajo su
cuidado, o tienen miedo de ser reemplazados
por alguien más capaz. En cualquiera de los
dos casos, los líderes que no promueven el
trabajo en equipo socavan su propio potencial
y erosionan los mejores esfuerzos de las personas
con las cuales trabajan. Deberían beneficiarse
del consejo del Presidente Woodrow Wilson,
quien dijo: «No solo deberíamos usar todos los
cerebros que tenemos, sino que deberíamos
pedir prestados todos los que podamos».
3. Ingenuidad
John Ghegan, presidente de U.S. Business Advisors,
mantiene sobre su escritorio un letrero que dice:
«Si tuviera que volverlo a hacer, pediría ayuda».
Esa interesante observación representa el
sentimiento del tercer tipo de persona que no
establecen equipos. Ingenuamente subestiman
lo difícil que es alcanzar grandes logros. Como
resultado, tratan de caminar solos.Algunas
personas que estuvieron en este grupo al final
cambiaron de idea. Esto ocurrió cuando
descubrieron que sus sueños eran más grandes
que sus capacidades y se dieron cuenta que
solos no lograrían nada. Entonces cambiaron.
Usaron como fórmula para alcanzar sus metas
el establecer equipos. Pero algunos aprenden
la verdad cuando es demasiado tarde, y como
consecuencia nunca logran sus metas. Esto es
un fracaso.
4. Temperamento
Finalmente, algunas personas no son lo
suficientemente inquietas y simplemente no
piensan en términos de crear y participar en
equipos. Cuando enfrentan desafíos, nunca se
les ocurre integrar a otros para lograr algo.
Como persona, para mí es difícil pensar en tales
términos. Sea cual fuere el desafío que se me
presenta, lo primero que pienso es a quién
podría buscar para que haga equipo conmigo
y me ayude. He actuado así desde que era
un niño. Siempre he pensado: ¿Por qué andar
solo cuando es posible invitar a otros para
que vayan conmigo?.Entiendo que no todos
actúan de esta manera. Pero es realmente
irrelevante si usted tiene o no la inclinación
natural a ser parte de un equipo. Si hace todo
lo que hace solo y nunca participa con otras
personas, está creando grandes barreras a
su propio potencial. El Dr. Allan Fromme lo
expuso de esta manera:
«Se sabe positivamente que se logran más
y mejores resultados trabajando con otros
que contra otros». ¡Qué afirmación!
Son los equipos los que hacen cualquier
cosa de valor duradero. Además, aun
la persona más introvertida en el mundo
puede aprender a disfrutar de los beneficios
de ser parte de un equipo. Y esto es verdad
incluso cuando lo que se quiere lograr
no es algo excepcionalmente grande.
Hace algunos años, mi amigo Chuck Swindoll
escribió algo en The Finishing Touch que
resume la importancia de los equipos
de trabajo. Dijo:
Nadie es un equipo completo…
Nos necesitamos unos a otros. Usted necesita
a alguien y alguien necesita de usted.
No somos islas.
Para hacer «que la vida funcione»
tenemos que descansar y apoyar.
Relacionarnos y responder. Dar y recibir.
Confesar y perdonar. Alcanzar, abrazar y confiar…
Como ninguno de nosotros es un todo,
independiente y autosuficiente, capaz de todo,
todopoderoso, dejemos de actuar como si lo
fuéramos. La vida es demasiado sola para que
juguemos ese papel tan tonto. El juego se ha
terminado. Vamos a vincularnos.
Para la persona que está tratando de hacerlo
todo sola, el juego definitivamente ya ha
terminado. Si usted quiere hacer algo
realmente grande, vincúlese con otros.
Uno es demasiado pequeño como para
pretender hacer grandes cosas. Esa es la
ley de lo trascendental.
Cristina.-
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