La virtud del esfuerzo explicada a los hijos
Esfuerzo es el empleo enérgico de la voluntad, fuerza física,actividad o ánimo contra algún
algún impulso o resistencia, teniendo
que vencer dificultades para conseguir
el fin. Es la antítesis de la resignación y
la principal avenida para salir de las
diferentes crisis. Los padres tienen que
explicar a sus hijos las ventajas de practicar
la virtud del esfuerzo, aunque estén en una
sociedad, donde todo esta encaminado a que
las personas hagan continuamente el mínimo
esfuerzo. Estamos en la cultura de la ley
del mínimo esfuerzo, del hedonismo donde
todo se rige por el placer, el gozo,
la sensualidad, etc. Aquí no cabe el esfuerzo,
nada más que en muy pocas y privilegiadas
personas, que han sabido fomentarlo desde
pequeños, con la ayuda de sus padres,
profesores, sacerdote, pastores,
rabinos o imanes.
Principales virtudes y valores humanos
relacionados: Abnegación. Ayudar.
Colaboración. Constancia. Control. Coraje. Desprendimiento. Disciplina. Dolor. Entrega.
Fortaleza. Generosidad. Lucha. Mortificación.
Obediencia. Paciencia. Perseverancia.
Sacrificio. Sufrimiento. Tolerancia, etc.
Los padres tienen que dar ejemplo, predicando
y practicando continuamente la virtud
del esfuerzo, incluso navegando contracorriente
en las actividades normales de la vida,
para poder dejar cara al futuro,
una marca indeleble en los hijos.
No se puede hablar de llegar a un
objetivo en los estudios, deporte o trabajo,
sin tener un plan, que se pueda ir midiendo
el esfuerzo que hay que hacer para conseguirlo,
pero por mucho plan que haya, si no hay
un sentido muy claro de lo que es el esfuerzo
y la forma de llevarlo a cabo, nunca se podrá
conseguir el plan.
5 Preguntas para practicar la virtud del
esfuerzo: ¿Qué tengo que hacer?
¿Cómo lo voy a hacer? ¿Dónde lo voy a hacer?
¿Cuándo empezaré y terminaré?
¿Para qué lo voy a hacer? ¿Cómo mido lo que hago?
¿Soy el ejemplo para alguien?
¿Los resultados de mi esfuerzo beneficiarán
o perjudicarán a alguien? La virtud del
esfuerzo tiene muchas aplicaciones,
por ejemplo: En los estudios, en el trabajo,
en el presupuesto familiar, en tratar de
ser mejor con el prójimo, en hacer donativos
económicos o de tiempo, en tener paciencia
con los amigos, en no crearse enemigos,
en soportar el dolor, etc.
Los hijos, desde muy pequeños miden las
posibilidades de desobediencia o de
dejar pasar las cosas, en función del
esfuerzo que tengan que hacer para
realizarlas. La ecuación de esfuerzo y
rendimiento, es una medida que no se debe
hacer con parcialidad, pues hay muchas cosas
que no saben cuál será el rendimiento,
aunque conozcan demasiado bien,
cual es el esfuerzo. Por ejemplo cuando
tienen que estudiar, tienen que fijarse más
en el esfuerzo del estudio, que en los resultados,
pues estos llegarán por añadidura.
Cuando van a hacer deporte les pasa lo mismo,
pues internamente saben, que nadie puede
ganar una carrera sin que haya habido
una buena preparación, un buen entrenamiento
y un esfuerzo inteligente previamente diseñado.
El esfuerzo sin preparación y sin objetivos,
es muy difícil llevarlo a la práctica.
Lo contrario a hacer un esfuerzo,
es la dejadez, la vagancia, el desistir, el no
saber lidiar con las dificultades, que va a
suponer realizarlo y la lucha que tendrá que
realizar, contra la pereza vital de hacer el
esfuerzo, la vergüenza de que le vean o se
enteren que se esfuerza, la dejadez al ir
retrasándolo para otra ocasión, la falta
de entrega o cumplimiento, de lo que había
acordado consigo mismo o con otras personas,
el desistir de los beneficios que va obtener,
si hace el esfuerzo, y sobre todo, de enfrentarse
a la cobardía demostrada, por no querer o no
poder hacer el esfuerzo necesario, para
triunfar en la vida familiar, escolar,
laboral o social.
La virtud del esfuerzo tiene que ser un valor
en alza, para que los jóvenes no pierdan la
capacidad de soñar, en cosas que merezcan
la pena. No deben olvidar los hijos, que
la vida que les ofrecen desde el exterior,
es una vida irreal y engañosa, pues parece
que es mucho mas gratificante, que
enfrascarse en estudiar para sacar buenas
notas y terminar con éxito los estudios,
y así tener un buen porvenir el día de mañana.
Tienen que aplicar esta virtud del esfuerzo,
incluso los que sienten que saben hacer mejor
las cosas que otros, pues obtienen buenos
resultados comparativos sin hacer ningún esfuerzo.
Pero que nunca se crean que puedan bajar la
guardia y dejar de practicarla continuamente,
ya que en cualquier momento de su vida,
puede aparecer alguien que tenga mejores
cualidades para competir y dejarles fuera
de combate.
Cuando los hijos cambian de escuela, de
grado o empiezan la universidad, se dan
cuenta que si quieren seguir el nuevo ritmo
de estudios, tienen que hacer un nuevo
gran esfuerzo, pues allí los niveles son más altos.
Si no han ejercitado la virtud del esfuerzo,
les puede llegar la frustración, la inseguridad o
la ansiedad, porque no avanzan o porque se
quedan los últimos. Se habían acostumbrado
a disfrutar la herencia de su capacidad intelectual,
para aprender sin esfuerzo, pero eso no es para
siempre. El mundo no se divide entre los que son
inteligentes y los que no lo son. Se divide entre
los que hacen esfuerzos y los que no los hacen.
La calidad de las personas, se mide por el
esfuerzo que hacen para corregir sus errores.
La buena suerte y las grandes ideas,
suelen llegar cuando se están haciendo
esfuerzos para obtenerlas, pues es casi imposible
que lleguen, cuando se está haciendo el vago.
El esfuerzo requiere dominar con denuedo
la voluntad y el carácter, tener mucho
valor para poder practicarlo con empeño
y tesón. Sin tener miedo a afrontar los riesgos
necesarios, en la lucha por los objetivos previstos,
aunque siempre haya que medirlos previamente.
Los padres deben premiar los esfuerzos de los
hijos y darles alicientes, por hacer bien
las cosas. Así los hijos tendrán más
posibilidades de tener éxito en sus actividades,
tanto en la familia, como en la escuela,
ya que cuando empiecen a estudiar en la
universidad o a trabajar en una empresa,
no tendrán los privilegios que tenían anteriormente,
al estar consentidos y protegidos por los padres
o maestros. Si no tienen bien arraigada la
virtud del esfuerzo, se quedarán atrás en
los estudios, o simplemente les despedirán
de los trabajos, por no esforzarse.
El esfuerzo realizado en la escuela o en
la universidad, les será compensado con creces
el día de mañana.
El esfuerzo insuficiente, es una de las
causas del fracaso escolar y del abandono
prematuro de la escuela, sin que se den
cuenta algunos hijos, que practicar la virtud
del esfuerzo, da impulso para seguir
practicando nuevos retos, que supongan
esfuerzos muchos más fuertes para obtener
mayores satisfacciones.
Practicar la virtud del esfuerzo no tiene que
estar supeditada, a que los resultados previsibles
u obtenidos, sean buenos o malos.
Siempre hay que intentar esforzarse, por muy
difícil que sea obtener el resultado.
Hay que seguir el ejemplo de los técnicos
que trabajan en función de, ensayo y error.
Aceptando que tendrá que haber nuevos ensayos
y nuevos errores, hasta conseguir el objetivo
propuesto. O como los deportistas, que para
conseguir los triunfos, tienen que hacer muchos
esfuerzos en sus múltiples prácticas.
Los padres, a través del ejemplo, tienen que
conseguir inculcar en sus hijos, el ideal ético
de la virtud del esfuerzo y demostrarles, que no
tienen que tener miedo a practicar la cultura
del esfuerzo, continuo e inteligente.
Hay una mala publicidad, dirigida a personas
que no piensan lo que les están diciendo y se
dejan llevar por conceptos simplones, carentes
de realidad. Está encaminada a personas que
no quieren hacer ningún esfuerzo y prefieren
que les hablen de milagritos diarios, en lugar
de esfuerzos diarios. Sus principales frases son:
Adelgace sin esfuerzo. Aprenda sin esfuerzo.
Compre ahora y pague luego, sin ningún esfuerzo.
Piense que va a suceder y sucederá.
Tenga un sueño, persígalo y lo conseguirá.
Sueñe alto y llegará. Solamente hace falta
quererlo mucho para conseguirlo. Si se puede.
Llámenos y le solucionaremos su problema si
ningún esfuerzo, etc. En la publicidad engañosa,
nunca se explica que hay que hacer esfuerzos y
renunciar a muchas cosas, para conseguir
lo que se pretende, aunque ahora digan que todo
se puede hacer, con motivación y relajación.
La falta de practicar la virtud del esfuerzo es
el origen, entre otras cosas, del descenso de la
calidad de la educación y por consiguiente, de la
calidad de vida. Los padres tienen que enseñar,
la satisfacción del trabajo bien hecho y que los
hijos retomen la cultura del esfuerzo,
olvidándose de la malévola práctica del mínimo
esfuerzo, sobre todo en periodos de la adolescencia,
que es donde los jóvenes están conformando su
personalidad y sembrando para su futuro.
Además de inculcarles la virtud del esfuerzo,
deben de eliminar el peyorativo concepto
paternalista, en sus relaciones con los hijos,
suprimiendo el “yavalismo”, (ya vale),
y el “ya te lo haré yo”, porque es más fácil
hacerlo que enseñar a hacerlo, lo mismo que
darles un pescado o enseñarles a pescar.
Es una grave e inconsistente contradicción,
el querer que practiquen la virtud del esfuerzo
y resolverles sus problemas.
VidaPositiva.com
Cristina.-
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