¿Dejas para mañana lo que puedes hacer hoy?
Por: Eugenia Correa, el 03 de marzo de 2010, 06:58 PM
Te levantas por la mañana, desayunas y mientras miras la bolsa de
basura que deberías sacar fuera, pero piensas, mejor mañana, mañana
si tendré ganas. Llegas a la oficina y sabes que debes escribir un reporte
para tu jefe, tendrás que dar una que otra explicación sobre por qué
bajaron levísimamente las ventas el mes pasado, pero en vez mejor
decides revisar tus correos, quizá hasta jugar una partida de solitario en
tu computadora. Para la hora de la comida aun no has avanzado,
escribiste un par de líneas pero luego decidiste hacer unas llamadas o
ver fotos de amigos en Facebook. La angustia sigue ahí pero no haces
el trabajo. Pasa tu jefe por tu escritorio y dices “ya casi termino”,
pero sabes que no hay nada que presentar. Pasas el tiempo mejor
pensando en un pretexto de por qué no lo hiciste en vez de haciendo
el trabajo que deberías.
Si te pareces a esta persona entonces eres un procrastinador.
¿Qué es la procrastinación? Los psicólogos lo definen como la brecha
que separa la intención de la acción. El diccionario dice que procrastinar
es la acción de aplazar o diferir. La realidad es que todos procrastinamos
en un momento u otro, hay cosas que preferimos dejar para después
aun si todos sabemos que es mejor “no dejar para mañana lo que
puedes hacer hoy”. Pero un procrastinador crónico no sólo vive en esta
brecha entre sus intenciones y acciones la mayor parte del tiempo sino
que además siente mucha culpa por no hacer lo que cree debería
estar haciendo.
Esta culpa de alguna manera lo distingue de un flojo, pues en este
último ni siquiera está la intención o deseo de hacer.
Según un artículo publicado al respecto en la revista Psychology Today
por Steven Kotler estudios en Estados Unidos han arrojado que entre un
20 y 25 por ciento de la población de ese país sufre de este mal.
Se explica también que la mayoría de la gente aplaza una actividad porque
no siente confianza de poder lograrla con éxito, por lo mismo prefiere
quedarse con recompensas pequeñas pero que lo gratifican en el momento olvidando el objetivo final.
Por ejemplo si el reporte que tienes que entregar resultará en un ascenso
de sueldo inmediato lo harás más eficientemente mientras que si eso no
ayuda a tu desarrollo o crees que no lo harás suficientemente bien seguro
te tomarás más tiempo en terminarlo o lo seguirás aplazando.
Otras variables involucran la cantidad de distracciones que tengas y tu
capacidad de concentración además del valor real que des a esa actividad
en tu vida (tirar la basura puede parecer que no tenga ningún valor para tu existencia por lo que podría quedarse ahí durante meses). Además hoy día
las distracciones son muchas más, el internet, los cientos de canales de
televisión, el alcohol y las drogas también son formas en que la gente evade
y escapa de cosas que cree debería estar haciendo.
Hay quienes son más propensos a “matar el tiempo” con esas distracciones especialmente si el valor que se le da a la actividad requerida no es alto en
la escala personal.
En el mismo artículo el psicólogo canadiense Timothy Pychyl propone
4 pasos para dejar de ser un procrastinador. Poniéndolos en práctica puede ayudar a que pongas manos a la obra y dejes de aplazar lo inevitable
enfocándote en tus objetivos a largo plazo y evitando que te pierdas en
el mar de fáciles distracciones que ofrece el mundo moderno.
Aquí sus ideas:
1.- Viaja en el tiempo.
Como solemos involucrarnos en actividades más fáciles y gratificantes posponiendo el trabajo difícil debemos pensar mejor en lo que esto
significará realmente en el futuro. Quizá sientas que algo hoy no es
importante pero si imaginas las consecuencias concretas de lo que
seguir aplazando esa actividad indefinidamente traerá para ti entonces
quizá encuentres una motivación para no dejarlo hasta mañana.
Por ejemplo, si piensas que debes ahorrar para tu retiro, pero hasta la
fecha no lo has hecho, imagina tu vida en el retiro con lo que tienes ahora.
Echar a volar la imaginación hacia el futuro es una forma de dar
importancia a esa actividad que quizá ahora nos parece poco agradable.
Imagina esa montaña de basura crecer y crecer hasta que te sea
imposible entrar a la cocina.
2.- No te rindas ante lo que te hace sólo sentir bien ahora.
Crea algo de disciplina. Es más fácil ver fotos de tus amigos en una
red social que terminar el trabajo. Además te hace sentir cerca de ellos
o hasta te divierte. Pero debes ser fuerte y evitar caer en estas tentaciones.
Ponte metas cortas. Si acabo 3 páginas de mi reporte, entonces puedo
pasar 5 minutos en internet.
3.- Haz planes.
La mejor forma de hacer una labor desagradable es crear un plan de
ataque. Si la desglosas en varios puntos entonces son metas aún más
cortas que como las vayas tachando de tu lista te provocarán agrado y gratificación. Evitando que las desplaces por acciones más fáciles o
agradables.
4.- Ejercita tu voluntad
La voluntado es como un músculo, entre más la utilices más fuerte será.
Entre más te concentres en terminar algo que comienzas
será más fácil continuar.
El artículo está en ingles pero si quieres conocer más sobre el mal de la procrastinación y cómo luchar contra ella visita http://www.psychologytoday.com/articles/200908/escape-artists.
Y tu ¿sueles dejar para mañana lo que puedes hacer hoy?
¿por qué lo haces?