En 1947, Dennis Gabor describió el principio del Holograma usando
el cálculo diferencial y el cálculo integral de Leibniz, lo que no
es un azar pues el holograma nos hace recordar la Mónada del mismo
Leibniz. Gabor lo denominó 'holograma' combinando los vocablos griegos
'holo' (total) y 'grama' (imagen o mensaje).
El inconveniente que tuvo el investigador para completar su tarea
fue la imposibilidad de hallar la fuente adecuada de luz para sus
experimentos. El láser aún no había sido descubierto. Recién en 1965,
gracias a la invención reciente del rayo láser, Emmeth Keith y
Juris Upatnicks pudieron realizar lo que Gabor dejó en teoría.
De todas maneras, Gabor recibió en 1971 el Premio Nobel de Física
por sus investigaciones a este respecto.
Podríamos definir el holograma de la siguiente manera:
'El holograma es una fotografía tridimensional realizada sin lente,
es decir, sin focalización. Una emulsión fotográfica es iluminada
simultáneamente por dos haces luminosos proviniendo de una misma
fuente luminosa coherente (láser), la una en forma directa,
la otra pasando por un objeto al que ilumina y que luego lo difracta.
Los dos trayectos de onda forman napas estacionarias
de interferencia sobre la placa emulsionada creando un patrón
microscópico que se registra y que contiene toda la información
tridimensional del objeto. Cuando se ilumina la placa así impresionada,
se obtiene una imagen flotante en el espacio que puede ser
inspeccionada a su alrededor desde todos los ángulos posibles.
El holograma tiene de particular que, a partir de un fragmento de
la placa, es posible reproducir la imagen total del objeto.
El Todo está entonces presente en la parte. '
Sobre la placa emulsionada, el registro holográfico aparece
ante nuestros ojos como un esquema de ondulaciones totalmente
desprovisto de sentido, hasta que es contactado por un rayo de luz
coherente que reproduce la imagen con toda la similitud de vida
que le dan las tres dimensiones.
Es importante destacar que el no uso de lentes hace que no haya
'focalización' - preferencia, limitación - y esto es lo que permite
que desde cualquier fragmento del holograma se pueda reconstruirlo
en su totalidad. Insistimos sobre esto porque da origen a una reflexión
fascinante sobre nuestra visión del universo.
Desde que la ciencia merece su nombre, hemos percibido
el macrocosmos (astronomía) y el microcosmos (química, física, biología)
gracias a, y a través de, lentes. Ellos tienen por objeto hacer diverger
o converger los rayos luminosos, en tanto que el haz de láser utilizado
por la holografía permanece coherente.
Al no haber ningún efecto de convergencia o divergencia,
no hay focalización.
A causa de lentes focalizantes, nuestra visión del universo ha estado
constituída por la yuxtaposición de fragmentos de universo focalizados.
Mientras más avanzaba la ciencia en los campos macrocósmicos y
microcósmicos, más los sabios han intentado armonizar estos
trocitos hiperespecializados, persiguiendo un sentido, una dirección que
les fuera común. Las leyes de la naturaleza parecían contradecirse,
se perdía el hilo, y la imagen de un demiurgo extravagante jugando
a los dados con el universo le penaba a Einstein.
La realidad de la Naturaleza se nos escapaba como perlas de mercurio
faltas de un surco que asegurara la continuidad. Estamos perdidos a
menos de recurrir a las filosofías orientales como Capra, o al
inconsciente colectivo como Jung, o al holograma como Karl Pribam.
Esta sed de los científicos por un 'nuevo paradigma' que se les escapa
todavía, manifiesta una búsqueda más vasta, una reacción contra la
parcelación de la ciencia que deforma nuestro estudio del mundo,
una tensión hacia la globalidad. Con el holograma, la movilización
holística que ha carburado toda la inteligencia psico-cualquier cosa
en los Estados Unidos hasta una fecha reciente, encuentra por fin
una meta que sirva de cámara de aire hacia otro paradigma.
Desde su aparición, los trabajos relacionados con este tema han
suscitado en los diversos medios científicos una avalancha de
reacciones positivas o críticas sobre la validez de estas teorías
en relación a la emergencia del nuevo paradigma científico:
el paradigma holonómico, fundado en la presencia del todo en
la parte, en la interdependencia generalizada, en el rol
de la coherencia.
Karl Pribran, neurólogo y neurocirujano, postula lo siguiente:
'Nuestro cerebro construye matemáticamente la realidad interpretando
frecuencias que vienen de otra dimensión, dominio de realidad
significante, primariamente arquetípica, que transciende el tiempo
y el espacio.
El cerebro es un holograma interpretando un universo holográfico'.
La física teórica ha demostrado que los eventos no pueden
ser descritos en términos mecánicos en los niveles subatómicos.
Una cantidad impresionante de investigaciones en diversos laboratorios
atestigua que las estructuras cerebrales 'ven', 'oyen', 'gustan',
'sienten', y 'tocan' por un análisis matemático extremadamente
sofisticado de frecuencias temporales y/o espaciales.
La inquietante propiedad común al holograma y al cerebro es la
distribución de la información a través del sistema.
Cada fragmento está codificado a fin de reproducir la información de
todo el conjunto. Fue en 1966 cuando Pribam arribó a esta conclusión
al enterarse del descubrimiento del holograma, al que vió de partida
como el modelo según el cual el cerebro podía almacenar la memoria:
'la imagen no está localizada sino dispersa en el sistema nervioso'.
Pero en 1970, lo obsesiona otro interrogante: si el cerebro
transforma las secuencias viniendo 'de alguna otra parte', de manera
matemática, ¿que es lo que le permite 'conocer' esos hologramas?
¿quién los interpreta? La respuesta: '¿Y si el mundo fuera
el holograma? no se corporizó verdaderamente para Pribam hasta
después de enterarse de una conferencia de un físico, David Bohm,
en el que le parece que describe un 'universo holográfico'.
Las implicaciones de la tesis de Pribam son, todavía, inconmensurables.
Pero se puede inmediatamente considerar en relación con ella el
dominio farfullante de lo que es llamado parapsicología
(término que cada vez va pareciendo más impropio).
Así los fenómenos de estados de consciencia alterados, que reflejan
estados modificados del sistema nervioso, pueden ser considerados
en lo sucesivo como debidos a un afinamiento con la matriz invisible
que genera la realidad concreta (gracias a ese mismo sistema nervioso).
Esto puede hacer posible la interacción con la realidad a un nivel
primario, dando origen a la precognición, psicokinesis, sanaciones,
distorsión de la duración del tiempo, aprendizaje ultra rápido, etc.
Se piensa en las experiencias de 'unidad con la consciencia cósmica',
en las convicciones de que 'la realidad ordinaria es una ilusión', en las
descripciones de 'un vacío paradojalmente lleno', todo esto
confusamente descrito después de la meditación, de ejercicios
diversos, o consumo de alucinógenos por los 'cosmonautas del
inconsciente'.
David Bohm que, sin haberlo buscado, permitió a Pribam consolidar
la teoría holonómica, postula que el holograma es el punto de
partida de una nueva descripción de la realidad: el orden implícito.
La realidad 'clásica' está centrada sobre las manifestaciones
secundarias, el aspecto explícito de las cosas y no su fuente.
Estas apariencias son, si se pudiera decir, extraídas
(o más exactamente abstraídas) de un intangible, invisible flujo que
no está compuesto de partes, y que no se puede describir sino
como 'un estado de interconexión inseparable'.
Bohm agrega que las leyes físicas primarias no serán descubiertas
jamás por una ciencia que ensaya 'quebrar el mundo en sus
constituyentes'. No hay entonces donde buscar las energías que
transmiten los 'fenómenos parapsicológicos' porque la matriz
transciende el tiempo y el espacio: ella es potencialmente simultánea y
ubicua. Este enfoque permite considerar como posible la tradición de
los 'Registros Akáshicos': todo el saber, el pasado, el futuro, y
puede ser que varios otros datos que nos son desconocidos, están
almacenados 'en alguna parte'. Habría que reexaminar las obras de
Giordano Bruno: 'De la causa, del Principio y de la Unidad' y
'Del Infinito del Universo y de los Mundos', a la luz del modelo
holonómico y del orden implícito.
Si el universo es como un holograma, es decir, un ámbito de
frecuencias y de potencialidades sustentando la ilusión de algo concreto,
recordemos a algunos precursores, como el obispo Berkeley que en 1710
ponía en duda 'toda realidad exterior al pensamiento'....
'Ser es ser percibido o percibir'.... 'El mundo es un sistema de relaciones
significantes'....
Y también a Bergson: 'La realidad última es un impulso vital
comprensible sólo por la intuición'.
Y sobre todo al querido Leibniz, inventor de los cálculos gracias a
los cuales Gabor dió a luz el holograma:
'Una realidad metafísica sustenta y engendra el universo material'.
'El Tao de la Física', de Fritjof Capra, en su visión y su profusión
dionisíaca, presenta a la vez un sueño y un punto de partida.
Ken Wilber en 'El Espectro de la Conciencia' ha desarrollado con
mucha precisión el parentesco entre la microgenia y el Bardo Thödol:
'El mundo físico no es un lugar hecho de alguna substancia real y
verdaderamente colocado en alguna parte, es solamente un modo
de contemplar a Dios'. La psicología humana, sobre todo la de los
primeros años de la vida, se enriquece así de una tesis que suena
extremadamente justa: el niño pequeño no hace sino aprender a
que no puede captar directamente al Atman /Consciencia Universal
y es así conducido a buscar sustitutos y gratificaciones en un mundo
que - como lo descubre muy pronto - no se los proporciona
obligatoriamente, y, en todo caso, no inmediatamente, mientras que
en el mundo del Atman todo es simultáneo,
todo llega en el acto.
Pribram, Bohm, Capra, y todos aquellos que perciben la
urgencia imperativa de expandir y poner en práctica en su vida
cotidiana la concepción del universo holográfico y del orden implícito
son, como lo decía Leary: 'agentes del servicio de inteligencia',
ustedes y yo también. Comprender que el cerebro de cada uno
interpreta, traduce, un modelo donde el todo está contenido en
la parte, ocasionará un cambio extremadamente profundo en el
comportamiento de cada uno, relativizando las diferencias de
interpretación. Igualmente, se comprenderá mejor porqué la
Tradición nos exhorta a ' llegar a ser uno'.
Es la coherencia/ cohesión de nuestra luz que nos permite reconstituir
el holograma-un¡verso con sus relieves y dimensiones.
Ciertos rituales de nacimiento zíngaros repiten que:
'el huevo, el pequeño huevo es redondo, es necesario comerlo sin
quebrarlo, y tú te nutrirás de él si lo ves'.
Volvamos al huevo para asir mejor la realidad del 'orden implícito'.
Sin embargo, hay que trazar límites severos, pues ya la extravagancia
se ha apoderado de la teoría holonómica, sugiriendo, por ejemplo,
que no existe ninguna ley posible - o más bien, ninguna continuidad -
en el universo, cada cosa no estando inscrita más que en el conjunto
de las otras y sin ninguna organización.
El postulado es fascinante pero conduce al absurdo.
'Cada sistema nervioso - recuerda Tim Leary - crea su propia isla
de realidades. La epistemología neurológica reside en ésto: la Verdad
es subjetiva, el Hecho es social. Pero es en función de su 'nivel de verdad' - correspondiendo al circuito neurológico donde se encuentre cada uno
- que cada uno interpreta y crea su propio universo'.
Entonces, si la matriz, al momento de nuestra hipótesis, permanece
irreductible y no se manifiesta hasta que un sistema nervioso
esté allí pronto a aprehenderla, nuestro instrumento, o sistema
nervioso, puede afinarse y nosotros podemos progresar con él
en nuestra 'creación' del mundo.
El octavo y último circuito neurológico - al que no somos más
atentos de lo que seríamos al diálogo ADN-ARN en el interior
del cerebro - se abre sobre la 'verdad neuro-atómica: el cerebro
no registra más que signos cuántico-atómico-nucleares, a los cuales
él sirve de mediador' pero que en el hecho, no interpreta.
El universo, aprehendido bajo su verdadera forma,
¿es para mañana, señor Capra?
¿Tenemos todavía que soñar la realidad ?
Aimé Michel
Traducido y extractado por Carmen Bustos de Question de Editions Retz París
Más Información: Bohm, David.-La Totalidad y el Orden Implicado.-Kairós Capra, Fritjof.- El Tao de la Física.-Sirio Capra, Fritjof.- Pertenecer al Universo.- Edaf Wilber, Ken.- El Paradigma Holográfico.- Kairós Wilber, Ken.- El Espectro de la Conciencia.- Kairós
Fuente: http://www.alcione.cl
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