Escrito por Dr. John C. Maxwell Cada persona de éxito es alguien que
falló, pero nunca se consideró un fracasado. Por ejemplo,
a Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los más grandes genios musicales,
el emperador Ferdinando le dijo que su ópera Las bodas de Fígaro era
«demasiado ruidosa» y que tenía «demasiadas notas».
El pintor Vincent Van Gogh, cuyos cuadros alcanzan actualmente cifras
astronómicas cuando se ponen a la venta, durante toda su vida vendió solo
un cuadro. Thomas Edison, el más prolífico inventor en la historia, era
considerado cuando joven alguien imposible de aprender nada.
Y a Albert Einstein, el más grande pensador de nuestro tiempo,
un maestro de Munich le dijo que «nunca llegaría muy arriba».
Creo que no es exagerado decir que a todos los grandes hombres de
éxito se les han dado múltiples razones para creer que han sido unos
fracasados. Pero, a pesar de eso, han perseverado.
Frente a la adversidad, el rechazo y los errores, siguen creyendo en
ellos y rehúsan considerarse unos fracasados.
En los últimos veinte años hemos visto a muchos estudiantes que
por haber reprobado algún examen se han desanimado y su deseo
de seguir estudiando ha declinado. Esto nos ha llevado a tratar de hallar
formas de revertir esa tendencia. Una teoría popular dice que la mejor
manera de mejorar la capacidad de los niños es inflar su autoestima.
Cuando los educadores observaron que los estudiantes con éxito
tenían confianza, reflexionaron que con solo estimular la autoestima
se producirían los resultados esperados. Pero tal teoría se ha vuelto
contra ellos. Porque investigadores han descubierto que trabajando sobre
el ego de los niños se consiguen efectos negativos: indiferencia por la
excelencia, incapacidad de superar las adversidades, y agresividad
hacia la gente que los critica.
Yo doy un alto valor a reconocer los méritos de las personas,
especialmente de los niños. Realmente, creo que las personas esperan
más de uno de lo que uno mismo espera de sí. Pero también creo que
la alabanza hay que fundamentarla en la verdad. Uno no hace cosas
para que los demás lo exalten. Este es el criterio que yo uso para
animar y guiar a otros:
Aprecie a las personas.
Alabe el esfuerzo.
Premie el trabajo.
Este método lo uso con todos. Incluso conmigo mismo.
Cuando estoy trabajando, no me brindo un reconocimiento a menos
que haya terminado lo que estaba haciendo. Cuando emprendo una
tarea o un proyecto, me doy por entero y sin pensar en lo que va a
resultar, tengo mi conciencia tranquila. Duermo bien por las noches.
Y sin detenerme a pensar en los errores que cometo o cuantas veces
me equivoco, no dejo que esto devalúe el aprecio que tengo por mí
mismo. Como afirma el dicho popular: «Dios usa a la gente que falla,
porque no tiene a quién más echarle mano».
Como muchos, supongo que a usted debe serle duro mantener una
actitud positiva y evitar sentirse un fracasado. Pero sepa esto:
Es posible cultivar una actitud positiva respecto a usted mismo,
no importa en qué circunstancias se encuentre o la historia que
usted tenga.
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