Domingo de Resurrección
La presencia crística resucitada en mí me renueva.
Cuando María descubrió que el cuerpo de Jesús ya no estaba donde lo habían puesto en la tumba, no imaginó que Él estaba vivo. Mas luego, ella reconoció a su Maestro y fue testigo del milagro que había ocurrido.
Al contemplar la presencia crística moradora cuando oro, experimento una resurrección, una restauración, un renacer. Al dejar ir lo antiguo y estar receptivo a lo nuevo, cambio de manera vital para mi desarrollo espiritual. Me remonto a una experiencia mayor de la vida de Dios en mí.
Quizás no reconozca inmediatamente la transformación que ha tenido lugar, mas al permanecer en la presencia crística, soy testigo de nuevos milagros.
Jesús le dijo: "¡María!" Volviéndose ella, le dijo: "¡Raboni!" que significa: "Maestro".—Juan 20:16
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