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Pilar Sordo
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Por Pilar Sordo, psicologa Chilena.-
Se nos cayeron muros y casas completas. Muchas cosas materiales
a las que les teníamos cariño desaparecieron ante nuestros ojos sin que
nada pudiéramos hacer. Perdimos seres queridos y de un momento
a otro nos sentimos solos y desamparados.
Tanta importancia que le damos a la tecnología y nos costó días poder
llegar a comunicarnos con zonas cercanas y lejanas. Volvimos a
usar el lápiz y muchos de nosotros nos recriminamos por no sabernos
los números de teléfonos y por no tener batería para comunicarnos.
Todo quedó a oscuras, todo quedo en silencio, como una invitación
a mirar a lo más profundo de nuestra alma. ¿Cuántos se dieron
cuenta quienes eran los que amaban y descubrieron con sorpresa
y tristeza que a lo mejor una relación estaba irremediablemente rota?
Claramente no todos contábamos con radios a pilas, velas y todo
lo que se nos dice que debemos tener en caso de estas situaciones.
Muchos edificios no tenían cargados los sistemas de luz de emergencia,
como que pensábamos que nunca íbamos a tener que ocuparlos.
Tuvimos miedo, pena, rabia, nos sentimos frágiles, pequeños y vulnerables.
Todo esto sólo nos lleva a concluir que en esos minutos fuimos más que
nunca verdaderamente humanos. Sin muletas, sin ataduras,
sin dependencias. Desde nosotros tenían y debían salir todas
las soluciones. Poco de lo de afuera nos servía.
La oscuridad nos hacia mirar sombras, bosquejos, nos invitaba
a escuchar latidos, ritmos respiratorios, abrazos....
El glamour, las 'fachas' y las ropas dejaron de importar. Perdimos
pudores, nos volvimos simples, sensitivos, empáticos y cariñosos.
Volvió el día y comenzamos a ver hacia afuera, todo lo cercano
aparecía ante nuestros ojos y lo lejano se nos hacia inalcanzable.
Sabíamos poco, muy poco de lo que pasaba.Evaluábamos la realidad
de acuerdo a lo que nos pasó a nosotros, nos faltaba perspectiva.
Había miedo, inseguridad, curiosidad. Ganas de movernos,
ansiedad por hacerlo.
No saber por donde empezar inundaba nuestras cabezas.
Los más ansiosos, empezaron de inmediato, los más calmados
muy de a poco. Algo nos decía que lo que había pasado era grave.
La radio, hermoso medio, nunca paró. Lo poco que sabíamos era
por ellos. Gente con temple y valentía que merece un premio por el
coraje de dejar a los suyos por el mandato de servir a otros
traspasando sus propios miedos. Mil gracias a todos ellos.
El terremoto, fue como un gran colador que mostró lo mejor y
lo peor de nosotros mismos. Comenzaba el desafió de recuperar la
sabiduría de los que no saben nada. Apareció una crisis valórica
que tendremos que revisar cuando ya estemos en pie.
Los chilenos tenemos que aprender mucho de la solidaridad,
de esa que no tiene que ver con campañas, esa de todos los días.
Nos falta respetarnos y tolerarnos más. Aceptar que en la
empatía esta la verdadera solidaridad.
Entender que donar cosas no implica hacer un orden de la casa y
sacar lo que no nos sirve. El que haya llegado a la cruz roja un
solo zapato en vez del par, es francamente digno de análisis. Y hay que
sumar el hecho de que en una campaña solamente no se muestra
nuestra capacidad para dar, eso es de todos los días.
Aquí hubo saqueos con plata y sin plata. Ambos imperdonables y
reflejo perfecto de todo lo anterior. Tal vez esto muestra nuestra falta
de desarrollo espiritual y nuestro extremo apego a las cosas.
Se nos cayeron las máscaras y los muros, aparecieron nuestras
lágrimas, muchas veces expresadas en cuatro paredes.
Aparecieron seres de luz haciendo campañas, ollas comunes y gestos
de solidaridad que sin duda generaron una sonrisa en el rostro de DIOS.
El terremoto del alma es el más lento de sanar. No nos sirve para ello,
el dinero, la tecnología y tantas otras cosas de las cuales nos apoyamos.
Todo nos sirve y nos ayuda pero tendremos que pararnos desde
adentro para que lo que construyamos afuera sea de una solidez
que el próximo remezón no sea capaz de botar.
Usemos el humor, la fe y los afectos, creo que con esto el camino se
hará más fácil para todos.
Sobre María del Pilar Sordo Martínez:
Es un psicóloga y escritora chilena. Su libro superventas
¡Viva la diferencia! lleva 114 semanas en el ranking de libros
más vendidos y su libro junto al humorista Coco Legrand
lleva 33 semanas1 y además aparece como panelista en el matinal
de TVN Buenos días a todos todos los viernes. Pilar Sordo nació
en Temuco el 22 de octubre de 1965, sus padres son Vicenta Martínez
y José Sordo, comerciante, quienes 'eran católicos y estrictos con
sus tres hijas: Pilar, Maribel y Ana María'. Estudió psicología en
la Universidad Diego Portales, titulándose en Psicóloga Clínica.
Tiene dos consultas, en Viña del Mar y en Santiago.
Asesora colegios y dicta charlas en ellos
(Padres Franceses Sagrados Corazones Padres Franceses,
St. Margaret, Sagrada Familia, San Patricio, Monjas Inglesas).
Tras su ruptura y separación matrimonial escribió el libro
¡Viva la diferencia! que fue publicado en 2005 y que a la fecha
(18 de mayo de 2008) lleva 114 semanas en el ranking de los
libros más vendidos.
Su libro ¡Viva la diferencia! fue la base sobre la cual
Coco Legrand preparó su rutina para el Festival de la
Canción de Viña del Mar en 2006.
Actualmente está realizando charlas en empresas,
colegios e instituciones en todo Chile ,
además de ser rectora del instituto profesional IPEGE.
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