Es difícil encontrar a una persona que comparta nuestros sueños,
gustos, deseos y sobre todo una persona que desee una relación
estable; pero no es imposible.
A veces el amor aparece en el momento menos pensado y lo que más
cuesta es mantener vivo ese sentimiento.
El tener gustos opuestos en algunos puntos de nuestras vidas,
lejos de crear inconvenientes, puede convertirse en algo
enriquecedor. De hecho, en casi todas las parejas hay algún
tipo de oposición.
Es lo lógico, porque tenemos subjetividades distintas
Ahora bien, las diferencias entre los miembros de la pareja pueden
ser fuente de satisfacción cuando en su relación no habita la intolerancia,
la intransigencia ni el deseo de dominar al otro, porque de esto
surgen la peleas.
La mayoría de discusiones que surgen cuando se tienen gustos
opuestos es porque se crean lazos de dependencia tan fuertes
que se hace difícil comprender que lo más normal es que haya
discrepancias y gustos diferentes. La sensación de asfixia o
invasión se produce cuando un miembro de la pareja se siente
incapaz de defender su propio espacio.
La pareja es el proyecto de compartir la vida con otro, de acompañar
y ser acompañado por ése al que hemos elegido como pareja por
razones que van más allá de la razón. Esa fuerza desconocida que
nos empuja a querer al otro se basa en asociaciones misteriosas y,
a veces, desconocidas, porque son inconscientes.
Disfrutar de gustos y actitudes opuestas puede cumplir una función
importante porque ese 'desequilibrio' pone en marcha la ley de
la compensación.
La compatibilidad es uno de los motores de la pareja, de
las emociones y, sobre todo, del amor. Cuidar esa llama, mimarla,
protegerla y convertirla en una hoguera es la fórmula infalible para
que una relación no termine en la rutina.
'La felicidad no está en lograr lo que anhelas,
sino en valorar lo que tienes'
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