“Es un mundo en el que se tiene en poco la vida. Por unos cuantos cientos de libras [esterlinas] puede comprarse la muerte, y hay muchos que están dispuestos a prestar el servicio.” (The Scotsman.) En abril de 1999, el mundo entero se horrorizó al enterarse de que dos adolescentes habían tomado por asalto el centro de enseñanza secundaria Columbine High School, de Littleton (Colorado, E.U.A.), y habían dejado un saldo de quince muertos. Las investigaciones demostraron que uno de los atacantes tenía una página en Internet en la que había escrito: “¡LOS MUERTOS NO DISCUTEN!”. Ambos jóvenes perdieron la vida en la tragedia.
EL ASESINATO es universal. Todos los días sufren una muerte violenta un número incalculable de personas. En 1995, la República Sudafricana tuvo la mayor proporción de homicidios de todo el mundo: 75 por cada 100.000 habitantes. En cierto país sudamericano en el que se estima muy poco la vida hubo más de seis mil asesinatos por motivos políticos en 1997. El homicidio por encargo es allí un procedimiento común. En un informe sobre ese país se afirma: “La cantidad de asesinatos de niños también ha aumentado de forma alarmante: en 1996 se cometieron 4.322 infanticidios, lo que representa un 40% de aumento en solo dos años”. No obstante, aun los menores se están convirtiendo en asesinos, tanto de otros niños como de sus propios padres. Verdaderamente se concede poco valor a la vida.
¿Qué ha originado la “cultura de la muerte”?
¿Qué revelan estos datos y cifras? Que cada vez se respeta menos la vida. Individuos ávidos de poder y dinero matan sin el menor escrúpulo.
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Los capos de la droga mandan asesinar a familias enteras, y cuando se refieren a sus matanzas, dicen eufemísticamente que son “trabajos” en los que “se da el pasaporte”, “se quita de en medio” o “se despacha” a las víctimas. El genocidio y la limpieza étnica han engrosado el número de personas asesinadas y han restado valor a la vida humana. Como consecuencia, a diario aparecen informes de muertes violentas en los noticieros de los canales de televisión de todo el mundo.
Si añadimos a esto la violencia y el salvajismo exaltados por la televisión y el cine, da la impresión de que la sociedad humana está inmersa en una cultura morbosa que gira en torno a la muerte. La Encyclopædia Britannica dice al respecto: “Durante la segunda mitad del siglo XX, la muerte se ha convertido en un tema curiosamente popular. Con anterioridad, aunque resulte sorprendente, se evitaba casi por completo el tema en las especulaciones científicas serias y, a un grado menor, en las filosóficas”. Según el catalán Josep Fericgla, doctor en Antropología Social y Cultural, “la muerte ha pasado a ser el último tabú eficaz de nuestras sociedades y, por ello, una de las fuentes más importantes hoy de manipulación ideológica”. Tal vez la característica más destacada de la “cultura de la muerte” sea la creencia popular de que el poder, la preponderancia, el dinero y el placer son mucho más importantes que la vida humana y los valores morales.
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