Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ), conocidos como Misioneros Combonianos, son en el mundo 1.783. Presentes en España desde 1954, su objetivo es transmitir a la sociedad y la Iglesia española el amor apasionado de Daniel Comboni por África, por los más abandonados y por la misión más allá de toda frontera. ' El rico y el pobre, el sano y el enfermo, el jóven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas serán también las mías.El más feliz de mis días será aquel en que pueda dar la vida por vosotros '.San Daniel Comboni
África es el continente en el que más ha crecido el porcentaje de católicos y de sacerdotes en todo el mundo. Las otras religiones van en aumento. Los africanos viven y sienten lo religioso como algo connatural. Se va afianzando poco a poco el proceso de inculturación del Evangelio.
Población y sociedad:
La población de los 53 países africanos independientes y el Sahara supera ya los 940 millones. Ha crecido en los últimos tres años casi 75 millones de personas. Este aumento demográfico provoca bastantes signos de interrogación, porque no ha existido el mismo ritmo de crecimiento económico. Los africanos son hoy más libres que hace veinte años , pero no viven mejor. Muchos jóvenes se dirigen a los grandes centros urbanos en busca de un empleo que no consiguen, para acabar lanzándose a la aventura de llegar a Europa. Las mujeres africanas siguen siendo la gran esperanza del futuro.
Economía:
Hay un hecho incuestionable: de los 25 países del mundo con menor índice de Desarrollo Humano, 24 son africanos. Esto significa que buena parte de los países africanos viven al borde de la pobreza. Hay algunos países que globalmente son más ricos, debido a la producción de petróleo, pero están varados en el subdesarrollo. Es una gran paradoja que África sea un continente rico con países empobrecidos.
Países:
Hay actualmente en África 53 países independientes, los mismos que en 1993, cuando proclamó Eritrea su soberanía. Añadimos el Sahara también porque es miembro de pleno derecho, desde el 22 de febrero de 1982, de la Unión Africana, entonces llamada Organización para la Unidad Africana. Hay países como Somalia y Liberia, de los que apenas hay datos oficiales, debido a los largos años de guerra. Liberia ya ha conseguido la paz y la nomalización. Somalia sigue siendo un país desintegrado.
Política:
En casi todos los países africanos existen gobiernos elegidos democráticamente. Formalmente, hay más libertad; pero en demasiadas ocasiones la clase dirigente no ha asumido hábitos democráticos en su forma de ejercer el poder. Sigue faltando renovación en la clase política. En el continente africano todavía resulta difícil administrar eficazmente la paz.
Educación y cultura:
La educación es un pilar básico del desarrollo. En África hay cada vez más niños escolarizados, pero son muy pocos los que acceden a la enseñanza superior. Uno de los Objetivos del Milenio es lograr la enseñanza primaria universal y velar para que en el año 2015 todos los niños y niñas puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. Difícil pero posible, si los dirigentes africanos ponen manos a la obra.
Marsabit (Kenia)'UNA MISIÓN A MEDIDA'
Texto: P. José Antonio Rebelo
El Hno. Simplicio Buena Soliven, misionero comboniano filipino, lleva trabajando dos años en la misión de Marsabit, al este de Kenia. Como “ministro social”, es feliz al compartir su fe, capacidades y conocimientos con los kenianos, especialmente con los presos y los jóvenes. Hace exactamente lo que siempre quiso hacer.
El Hno. Simplicio Buena Soliven, de 36 años, lleva seis años en Kenia. Estudió en el Tangaza College de Nairobi, que pertenece a la Universidad Católica de África Oriental. Completados sus estudios y conseguida la diplomatura en Ministerio Social, fue destinado por sus superiores a trabajar como misionero en la misma Kenia.
Normalmente, los superiores, antes de asignar a un misionero a un trabajo determinado, piden la opinión y las preferencias del interesado. Para el Hno. Simplicio la primera opción era Egipto porque lo consideraba como “un paso para llegar a Sudán” (donde Daniel Comboni trabajó y murió); la segunda era Brasil, un país que también le cautivaba. Y la tercera era Kenia. Cuando recibió el destino final y supo que era la última opción, no le importó. Estaba dispuesto a “conocer mejor la cultura de su gente” y se sintió a gusto y feliz.
Lo que suele pasar en estos casos es que uno tiene que enfrentarse al problema de la lengua. En Kenia, el suahili es la lengua común. El Hno. Simplicio empezó a estudiarla en el Centro de Idiomas Makoko de Tanzania, cerca del lago Victoria, de agosto a diciembre de 2006, cuando llegó a Marsabit, donde nunca había estado antes.
“Sigo practicando la lengua, aún no la sé bien. El reto es seguir practicándola y estudiándola porque los distintos grupos étnicos hablan la suya propia”, dice. En Marsabit, los principales grupos son los borana, gabra y rendile. Tan pronto como puso el pie en la misión, empezó a trabajar como Hermano y a ejercer su ministerio social.
MINISTERIO SOCIAL
¿Qué es el ministerio social? ¿Es diferente al trabajo social? “Sí –contesta el Hno. Simplicio– los ministros sociales trabajan por vocación, lo hacen como un servicio. No es un trabajo como otro cualquiera. No se reservan tiempo para sí. Promueven la justicia y la paz, la medicina, la educación. Trabajan en barrios marginales y en cárceles, y colaboran con ONGs locales e internacionales. Se centran en valorar la vida como vocación y su trabajo no es remunerado”.
Mientras estudiaba, practicaba lo que aprendía: “Desarrollé el ministerio entre los jóvenes y en la cárcel. Mientras iba a la escuela trabajaba en la prisión de Kamiti, la mayor de Kenia. En el Centro Correccional Juvenil había 275 jóvenes, entre 18 y 24 años”.
Ahora ejerce su ministerio en la prisión de Marsabit. “Voy allí sábados y domingos. Escucho a todos. No sólo me preocupo de la fe de los jóvenes sino de su persona: sus conflictos, sus familias, el sida, la tuberculosis, su educación en colaboración con el Departamento de Educación del distrito de Marsabit. Me he preocupado de que un maestro pueda entrar allí varias veces a la semana. He preparado una sala de lectura con algunos libros y revistas religiosas y misioneras”.
En la cárcel hay unos 50 internos. El delito más común es el robo. Otros delincuentes, como los asesinos, son trasladados a la prisión de Kamiti, en Nairobi. La mayoría de los prisioneros son musulmanes. El Hno. Simplicio siente que su presencia entre los presos es importante: “Voy allí muy a menudo porque nadie va a verles. No voy para llevarles cosas materiales.
Hablamos, jugamos, contamos chistes… Lo importante es la presencia entre ellos. En Pascua, tuvimos una celebración religiosa y lúdica, con algunas charlas, representaciones y cantos. Al final terminamos compartiendo unos refrescos”.
Ir allí supone aprender más sobre la manera de ser de la gente: “Como recién llegado, me preocupo de conocer y entender su cultura. Por ejemplo, hay chicos que tienen ganado y tratan de pasar por gente pobre”.
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