La víctima es atada a una silla metálica. Entonces se le administran descargas eléctricas, cada vez de mayor intensidad, hasta que acaba confesando.
Con la mano ahuecada, el verdugo golpea una y otra vez a la víctima en el oído, hasta que el tímpano estalla.
Sujetan con correas a la víctima a un sillón de dentista. El ~ dentista ~, entonces, comienza a perforar con el torno, hasta llegar al nervio. Y la perforación prosigue hasta que la víctima accede a cooperar.
El hombre no es cruel por naturaleza. Se hace cruel cuando es infeliz.... o cuando se entrega a una ideología.
Una ideología contra otra; un sistema contra otro; una religión contra otra. Y en medio, el hombre, que es aplastado.
Los hombres que crucificaron a Jesús probablemente no eran crueles. Es muy posible que fueran tiernos maridos y padres cariñosos que llegaron a ser capaces de grandes crueldades para mantener un sistema, o una ideología, o una religión.
Si las personas religiosas hubieran seguido siempre el instinto de su corazón, en lugar de seguir la lógica de su religión, se nos habría ahorrado asistir a espectáculos como el de la quema de herejes o el de millones de personas inocentes asesinadas en guerras libradas en nombre de la religión y del mismo Dios.
Moraleja: Si tienes que escoger entre el dictado de un corazón compasivo y las exigencias de una ideología, rechaza la ideología sin dudarlo un momento. La compasión no tiene ideología.
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