Isabel Flores de Oliva, o Rosa de Santa María (como decidió llamarse cuando cumplió 25 años), fue muy querida por los limeños. Tanto así que el 24 de agosto de 1617, día en que falleció, la gente acudió en gran número a lo que ahora es el Monasterio de Santa Rosa de Santa María, en el Centro de Lima, para despedirse de ella. El Papa Clemente X la canonizó en 1671.