Gracias por ser un árbol tan hermoso, por la frescura de tu sombra que
alivia los fuertes calores del verano, por el verde de tu frondosa
copa, por el fuerte y cálido aroma de tus bellas flores, por tu recio
tronco con el que, tras tu viaje de vuelta, se harán cunas donde mecer
nuevos hijos de la tierra, por la fuertes raíces que penetran y abren
la dura roca de nuestra madre, por soportar los fuertes vientos y la
nieve en tus ramas, por dar amoroso cobijo a los pequeños pájaros en
tránsito por los aires, del sur al norte y del norte al sur, por la
alquimia de, con el solo alimento del sol y la tierra, dar vida a ser
tan grande y tan bello.
Gracias por ser, por estar, y por permanecer.
Añoro tu sombra y tu frescor.