Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él!
Del altar que le alcé en el alma mía la Voluntad su imagen arrojó, y la luz de la fe que en ella ardía ante el ara desierta se apagó.
Aún turbando en la noche el firme empeño vive en la idea la visión tenaz... ¡Cuándo podré dormir con ese sueño en que acaba el soñar!
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