Un maestro y su discipulo caminaban por el desierto, y el maestro enseñaba que podian confiar siempre en Dios, pues EL se encargaba de todo.
Llego la noche y decidieron acampar. El maestro montó la tienda, y el discipulo quedo a cargo de amarrar los caballos a una piedra. Pero al llegar a la piedra pensó para sí: " El maestro me está probando. Dijio que Dios se encarga de todo y me pidió que amarrara los caballos. Quiere ver si confio en Dios o no".
" En vez de sujertar a los animales, hizo una larga oracion y entregó su custodia a Dios"
" Al día siguiente, cuando despertaron, los caballos habian desaparecido. Decepcionado, el discipulo fue a quejarse con el maestro y le dijo que ya no confiaba en él, pues Dios no se hacia cargo de todo, habia olvidado vigilar los caballos".
"Estás equivocado _ respondió el maestro_ Dios quería cuidar de los caballos. Pero, en ese momento, necesitaba usar tus manos para amarrarlos a la piedra"