
La Rosa
Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada, una Rosa inmaculada de un rosal.
Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel.
Y era la Rosa un tesoro de más quilates que el oro para él.
A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la Rosa dulcemente de su tallo separó.

Y al notar el jardinero que faltaba del rosal, cantaba así, plañidero, receloso de su mal:
Rosa, la más delicada que por mi amor cultivada nunca fue; Rosa la más encendida, la más fragante y pulida que cuidé.
Blanca estrella que del cielo, curiosa de ver el suelo, resbaló; a la que una mariposa, de mancharla temerosa, no llegó.
¿Quién te quiere? ¿Quién te llama por tu bien o por tu mal? ¿Quién te llevó de la rama, que no estás en el rosal?…
Autor: Hermanos Álvarez Quintero

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