En tenue luz, bajo el manto nocturno nos envolvemos en sutiles mismos…
Lentamente van cayendo las ropas, manos diestras se adentran en caricias, que avivan la hoguera, besos impúdicos recorren las praderas.
Te abrazo con las piernas y mis brazos, sin dejar de susurrarte muy despacio, ¡eres quien enciende mis quimeras!
Volteas desplegando tus ansías, recorres diestramente la geografía de mi piel y ardiendo nuestra piel, vas colmando en mimos, caricias, besos suaves y deliciosos mi ser y me haces estremecer.
Unimos al unisonó cóncavo y convexo en danza de sentidos, gemidos con la ferocidad de los tigres de bengala, el deseo se desborda cual lava volvacanica, eclosión de nuestros cuerpos.
Nos apretamos las manos con ansias; siendo un mismo verbo, al compas de nuestras caderas.
Emerge dulce néctar de nuestro ser, bañando las praderas en fuente de placer.
Aún siendo uno, los besos se tornan más dulces invitando al sueño muy juntitos ha de hallarnos el alba.