EL UNIVERSAL
miércoles 29 de junio de 2011 03:09 PM
Cada vez que escucho esa frase: "la salud es lo más importante en la vida", yo respondo que no es verdad. Lo más importante en la vida es la Fe. Y con Fe lo podemos todo, aún llevar la enfermedad más horrible que nos pueda tocar. Y lo digo con propiedad pues soy una enferma crónica desde hace más de 15 años y siempre le digo a Dios que lo más grande que me ha dado en la vida, después de la Fe, es la Enfermedad.
¿Y ustedes me preguntarán por qué digo esto? Porque la enfermedad es algo parecido a como si Dios estuviera detrás del cuarto de nuestra conciencia y de nuestros actos (que a veces los tenemos un poco o bastante alejados de Él) y nos comienza a tocar la puerta (con dolores, con sufrimientos, con enfermedades, que pueden ser más o menos graves). Y nosotros tenemos dos alternativas: o le abrimos la puerta a Dios para que entre y nos enseñe a vivir como verdaderos cristianos; o se la dejamos cerrada y creemos que con nuestras propias fuerzas (o poderes que no vengan de Él) podremos combatir o vivir nuestra enfermedad.
Sólo Dios es quien nos dará la fuerza para soportarla y todo lo que esto amerita (esperas en los médicos, tratamientos, incomodidades, malestares, dolores, etc.). Pero sobre todo la enfermedad nos ayudará a vivir preparados para cuando Él nos llame a su Divina Presencia. Porque les recuerdo aquí en mayúscula que "LA MUERTE ES VIDA" para un cristiano que ha sabido vivir en esta tierra caminando por el camino que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo.
¿Cuántas familias no conoce uno que ante la enfermedad de un ser querido vuelven a ponerse de rodillas ante Dios, después de mucho tiempo que no lo hacían? Yo he conocido personas que me han dicho que se creían todo poderosas y que su vida les cambió para bien (y los hizo humildes) después de su enfermedad o la de un hijo. Es por eso que digo que la enfermedad es el mayor regalo que Dios puede darnos, aunque parezca una locura.
Así que mi mensaje va a todos los enfermos de Venezuela y del mundo entero, los menos graves y los más graves, para que sepan que ustedes son los predilectos del Señor. Y que la enfermedad es una caricia que Dios permite para que podamos estar más cerca de Él.
Y cuando sintamos mucho dolor sólo tenemos que cerrar los ojos y decirle (o gritarle) a Dios con todo nuestro corazón: "Dios mío te ofrezco esto para que me purifiques de todo el mal que haya podido causar en mi vida pasada", "Señor, renuévame la Fe y ayúdame a estar cada día más cerca de Ti", "Ayúdame, Señor, a buscar a quienes me pueden llevar a vivir mejor mi Fe", "Ayúdame a entender que yo soy Nada sin Ti".
Esto no es consuelo de tontos, como algunos pueden andar pensando. A TODOS, en algún momento de nuestra vida, Dios nos puede tocar la puerta con la enfermedad; y la alegría que da (así uno se esté muriendo) el abrirle la puerta a ese Dios misericordioso que sólo está esperando que corramos a pedirle perdón, y empezar de nuevo, no tiene comparación con nada en esta tierra.
Y a quien le encante repetir que la Salud es lo más importante en la vida les digo que no saben lo que están diciendo. Sólo la Fe es necesaria para vivir, sólo la Fe ha podido lograr que convirtamos el dolor en alegría, la Muerte en Vida. ¡Qué grande es tener Fe y vivir siendo hombres de Fe! ¡No dejemos a Dios fuera del cuarto!
***María Denisse Fanianos de Capriles***
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