La pata coja colgando,
como una inútil piltrafa, pasó el perro por mi lado.
Un
perro de pobre casta, uno de esos, callejero, pobre de sangre y de estampa,
nacen en cualquier rincón de perras tristes y flacas, destinados a comer basura
de plaza en plaza. Si pequeños por el qué, fino y ágil de la
infancia, baloncitos de peluche, tibios borlones de lana los miman, los
acurrucan, los sacan al sol, les cantan ... de mayores, por el qué conque se
les fue la gracia, los dejan a su ventura, mendigos de casa en casa, sus
hambres por los rincones y su sed sobre las charcas...
¡Y
que tristes ojos tienen! , ¡Qué recóndita mirada!, como si en ella pusieran su
dolor a media asta ... y se mueren, de tristeza, a la sombra de una tapia si es
que un lazo no les da una muerte anticipada.
Yo
lo llamo: - ven, no te hago nada - todo hociquito curioso, toda sed, hambre,
nostalgia. Un perro si se le llama, huele la voz esperando
, pan, caricias o pedradas, no en vano lleva marcado un mal recuerdo en su
pata.
Lo
vuelvo a llamar ... , dócil a medias, avanza, moviendo el rabo con miedo y
atrás las orejas gachas ... Chasco los dedos le digo - ven aquí, no te hago
nada ,vamos , vamos, ven aquí - ... y ¡adiós a la desconfianza!,
que ya se tiende a mis pies, a tiernos aullidos habla, ladra , para hablar más
fuerte, salta, gira, gira, salta, lloran, ríen, ríen lloran, lengua, orejas,
ojos, patas y el rabo es un incansable abanico de palabras ... Es su
alegría tan grande que estoy seguro que canta
Alguien
le ha dicho - ven aquí, no te hago nada. Y le nacen de alegría aullidos como
palabras. Sólo su patita coja, no puede decirme nada - ¿ que piedra te dejó
cojo?, si, si ¡malhaya, malhaya! ... el perro me entiende, sabe que estoy
maldiciendo la pedrada, esa pedrada dura que le destrozó la pata y con el rabo
me está agradeciendo la lástima.
-
Pero tú no te preocupes , ya no te faltará nada, yo también soy callejero, bien
que de distintas plazas y a patita coja y triste, voy de jornada en jornada,
las piedras que me tiraron, me dejaron coja el alma entre basuras de
tierra tengo mi pan y mi almohada ... Vamos pues perrito mío, vamos ¡anda que
te anda!, con nuestra cojera a cuestas con nuestra tristeza en andas; yo por
mis calles oscuras, tú por tus calles calladas, tú la pedrada en el cuerpo, yo
la pedrada, en el alma ... y cuando mueras amigo, yo te enterraré en mi casa,
bajo un letrero que diga: - aquí yace, un amigo de mi infancia - Y en el
cielo de los perros, pan tierno y carne mechada, te regalará San Roque, una
muleta de plata - ...
Compañero,
si los hay, amigo, dónde los haya, mi perro y yo por la vida, pan pobre, rica
compaña.
Era
joven y era viejo, por más que yo lo cuidaba, el tiempo malo pasado lo dejó
medio sin alma, fueron muchas hambres juntas, mucho peso para sus tres patas.
Y
una mañana, en el huerto, debajo de mi ventana, lo encontré, tendido, frío,
como una piedra mojada ... Como un duro musgo, el pelo con el rocío
brillaba. Ya estaba mi pobre perro muerto de las cuatro patas. Hacia el cielo
de los perros, se fue, anda que te anda, las orejas de relente y el hociquito
de escarcha ...
Portero
y dueño del cielo, San Roque en la puerta estaba, ortopédico de mimos, cirujano
de palabras, bien surtido de recambios con que curar viejas taras: - Para ti tu
rabo de oro, para ti un ojo de ámbar, tú tus orejas de nieve, tú, tus colmillos
de escarcha, tú ... - y mi perro le reía - , tú, ... ¡tu muleta de plata!
...
Ahora
ya sé, por que está la noche agujereada, ¿estrellas? , ¿luceros? ¡ No !
es mi perro que cuando anda, con la muleta va haciendo, agujeritos de plata ...
Manuel
Benitez Carrasco
BESITOS
LOLI