Todo el mundo es luz y sombra pero a él la sombra le siguió más que la luz y oscurecía de igual modo un suceso alegre que el reposo entre dos abrazos. Ese aire gris sobrevolaba sus pensamientos día a día y le acosó por los jardines por los hoteles y sus camas manteniéndole prisionero del insomnio y la soledad. Sólo el humo de un cigarrillo o la ebriedad o la pasión le apartaban ciertos momentos de una suerte sin caridad. Por eso ella le acompaña cuando bebe y respira el humo y le desviste y se desviste para que habite entre su luz.
JOSE AGUSTIN GOYTISOLO
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